Alemania: manifestaciones contra la inmigración en Dresde

enero 2015

Después de la Segunda Guerra mundial, los partidos de extrema derecha, incluso el NPD, casi nunca despegaron electoralmente en Alemania. Sin embargo, disponen desde hace mucho tiempo de bandas de cabezas rapadas, entre las cuales algunas se reivindican abiertamente neonazis, siempre disponibles para acciones violentas.

Estos últimos meses, en un contexto de crisis y de transformación de Alemania en el primer país de inmigración en Europa, los partidos del gobierno han emprendido una propaganda asquerosa contra los inmigrantes. Calumnian a los refugiados de Siria, Afganistán e Irak y también a los romaníes de Europa del Este, pretendiendo que vienen para disfrutar de la generosidad del sistema social y que representan un peso económico insoportable para los municipios. La extrema derecha, por su parte, ha multiplicado los ataques contra centros de solicitantes de asilo.

Desde hace varias semanas, otro fenómeno inquietante parece gozar de una cierta base popular: manifestaciones, cada vez más numerosas, tienen lugar en una ciudad grande del Este, Dresde. En otras grandes ciudades en las cuales la extrema derecha intentó también organizar manifestaciones, no reunió mucha gente, en la mayoría de los casos menos que los contra manifestantes.

En Dresde, las manifestaciones están convocadas por Pegida -un acrónimo para los "Europeos patriotas contra la islamización del Occidente (cristiano)"-, grupo detrás del cual se ocultan militantes de extrema derecha. Avanzan enmascarados pero, de hecho, la situación no es simple, ya que si la extrema derecha está presente dentro de estas manifestaciones, y las está manipulando, la mayoría de los manifestantes no son de extrema derecha. Algunos son reaccionarios y racistas, pero otros, a menudo de medio popular, jubilados o trabajadores pobres, lo que están es, sobretodo, preocupados por el futuro, asqueados por los políticos y desorientados. Las manifestaciones han empezado cuando la ciudad de Dresde ha decidido la apertura de doce centros para solicitantes de asilo. Muchos manifestantes preguntaban: "¿Por qué siempre entre nosotros, en los barrios populares, donde no hay dinero ni para las escuelas ni para las guarderías? ¿Por qué los políticos no les acogen en sus chalés? ¡Tienen espacio, ellos!"

Lo llamativo es cuanta rabia, ambigüedad y aspiraciones contradictorias expresan. Se expresa el temor de la inmigración, pero también la desconfianza en el gobierno, los partidos y los ricos que engañan, defraudan y confiscan el poder.

Los iniciadores de Pegida saben sin duda muy bien adonde quieren ir; se implantan a través de diversas asociaciones y están utilizando estas manifestaciones para extenderse. En sus lemas, los organizadores hacen amalgamas repugnantes entre extranjeros y criminales, piden la limitación del derecho de asilo, montan la teoría de la conspiración. El portavoz de Pegida, Lutz Bachmann, procesado por robo y tráfico de drogas, pasó varios años en cárcel. ¡Él, que huyó a Sudáfrica para escapar de la policía, está denunciando la criminalidad de los extranjeros!

No obstante, varias contramanifestaciones, en Dresde y otras ciudades alemanas, reunieron miles de personas. Están previstas otras manifestaciones, con el lema: "Bienvenidos los inmigrantes". A estas se unen personas, jóvenes y menos jóvenes, indignados de que el racismo y todo este fárrago reaccionario se exprese así a plena luz del día.