El imperialismo como “fase superior del capitalismo” acrecienta las contradicciones de éste, llevándonos a la barbarie. Estamos asistiendo en realidad, al estancamiento de un sistema que, crisis tras crisis, ha llegado una vez más, a sus límites para seguir obteniendo ganancias para la burguesía. Esta situación es provocada por las contradicciones del sistema económico. Por una parte desarrolla la ciencia, la tecnología y la producción social mundial al máximo, pero por otra la apropiación privada impide el progreso social mundial.
Desde el desarrollo del imperialismo capitalista en el siglo XIX, la burguesía y sus políticos han despedazado países, aniquilado movimientos políticos, impuesto gobiernos títeres, alimentado guerras y robado sus riquezas mineras y agrícolas. Y como ejemplo España, un imperialismo de segundo orden que ha tenido un papel importante en el norte de África, en Marruecos y el antiguo Sáhara español. Impuso con Francia la dictadura de la monarquía alauita en 1956, bañada de “constitucionalidad” y con descendientes del Profeta incluidos. Desde entonces han controlado geográficamente el país a través de esa monarquía y sus riquezas, tanto pesqueras, agrícolas o energéticas y mineras. Como ejemplo de esto, tenemos al actual multimillonario monarca Mohamed VI, viviendo en París en un palacete, desde donde gestiona sus intereses privados y del Estado marroquí. Otra muestra del imperialismo español lo tenemos en el papel de los gobiernos españoles de todas tendencias, incluido el gobierno actual de “progreso” entregando al pueblo saharaui a esa dictadura, sin ejercer siquiera el derecho de autodeterminación.
Lenin y el Imperialismo
En 1916 Lenin describió los rasgos esenciales del capitalismo de esos años que, como expondremos a continuación, siguen siendo las líneas maestras para entender el mundo de hoy. Repasemos la caracterización de Lenin del imperialismo capitalista.
“El imperialismo es una fase histórica especial del capitalismo. Su carácter específico tiene tres peculiaridades: el imperialismo es 1) capitalismo monopolista; 2) capitalismo parasitario o en descomposición; 3) capitalismo agonizante.
La sustitución de la libre competencia por el monopolio es el rasgo económico fundamental, la esencia del imperialismo. El monopolismo se manifiesta en cinco formas principales:
1) cárteles, sindicatos y trusts; la concentración de la producción ha alcanzado el grado que da origen a estas asociaciones monopolistas de los capitalistas;
2) situación monopolista de los grandes Bancos: de tres a cinco Bancos gigantescos manejan toda la vida económica de los EE.UU., de Francia y de Alemania;
3) apropiación de las fuentes de materias primas por los trusts y la oligarquía financiera (el capital financiero es el capital industrial monopolista fundido con el capital bancario);
4) se ha iniciado el reparto (económico) del mundo entre los cárteles internacionales. ¡Son ya más de cien los carteles internacionales que dominan todo el mercado mundial y se lo reparten “amigablemente”, hasta que la guerra lo redistribuya! La exportación del capital, como fenómeno particularmente característico a diferencia de la exportación de mercancías bajo el capitalismo no monopolista, guarda estrecha relación con el reparto económico y político-territorial del mundo.
5) Ha terminado el reparto territorial del mundo (de las colonias).”
V. I. Lenin. El imperialismo y la escisión del socialismo
¿Ha cambiado el imperialismo?
Pasado el tiempo, casi 120 años desde el análisis de Lenin, el sistema económico capitalista logró mantenerse a través de la barbarie y la destrucción. Los millones de personas muertas en el siglo XX por las guerras es el primer signo de su barbarie. Milton Leitenberg, de la Universidad de Cornell, estimó en 2006 que en el siglo XX murieron 231 millones de personas víctimas en guerras y conflictos armados. 40 millones en la Gran Guerra, entre 50 y 60 en la II GM.
Las derrotas revolucionarias después del triunfo de la Revolución Rusa y el aislamiento de la URSS supuso el impasse que mantuvo y posibilitó el mantenimiento del orden capitalista. La burocratización de la URSS y su desaparición y entrada en el mundo capitalista, creó las condiciones para que, tras la destrucción y la muerte, el imperialismo capitalista se desarrollara de nuevo.
En pleno siglo XXI las contradicciones del capitalismo se agudizan y el imperialismo vuelve a un callejón sin salida. Una oligarquía financiera junto con un grupo de grandes empresas monopolizan los mercados y la producción. En el sistema financiero actual, la fusión entre capital bancario e industrial se ha acrecentado con los llamados fondos de inversión. Estos no son otra cosa que empresas financieras controladas por los grandes grupos capitalistas que captan fondos y los invierten en compra y venta de acciones. BlackRock, Vanguard, State Street, Fidelity, Blackstone, Capital Group o Cerberus son algunos de los nombres de estos fondos de inversión. BlackRock es hoy el fondo de inversión más grande del mundo y tiene nueve billones de dólares en activos, equivalente a siete veces el PIB español, el 10% del PIB mundial, el doble que el banco más grande del mundo. Si BlackRock fuese un país, sería la tercera potencia mundial, después de Estados Unidos y China. Desde hace años, BlackRock es el principal accionista del Ibex35. Controla entre el 3% y el 5% de 19 de las empresas del Ibex.
Los monopolios de la industria se desarrollan con las nuevas tecnologías. Las siete mayores tecnológicas estadounidenses -Alphabet (Google), Amazon, Apple, Facebook, Microsoft, Tesla y Nvidia- aumentó 3,4 trillones de dólares sólo en 2020. las plataformas de redes sociales (Twitter, Whatsapp, Facebook, WeChat, Tencent, Tik Tok), de comercio digital (Amazon, AliBaba) y de “economía colaborativa” (Uber y Airbnb) conviven con monopolios “veteranos” como IBM, Microsoft y Apple. Los monopolios y oligopolios acaparan los sectores de la energía, la manufactura, la industria etc. siguen desarrollándose y controlan realmente los Estados y ahora directamente en EEUU con Trump y los magnates en el gobierno.
Ayer como hoy el imperialismo oprime a los pueblos y a la clase trabajadora mundial
Entender el funcionamiento del imperialismo capitalista actual necesita como premisa entender como se ha desarrollado en las últimas décadas. El capitalismo desde los años 70 se extendió al mundo entero desplazando las manufacturas e industrias a aquellos espacios geográficos que no estaban desarrollados.
El desarrollo tecnológico y de los transportes puso en marcha lo que actualmente se llaman cadenas de valor, donde cualquier mercancía se produce en varios países por una multinacional o conglomerado empresarial que abarata costes y la mano de obra.
El desarrollo tecnológico implica simplificar los procesos de formación de los trabajadores y significa bajar salarios a veces a la tercera parte o incluso menos, que en las antiguas fábricas de los países ricos capitalistas. Esto ha hecho que mientras en el desarrollo del capitalismo europeo y después norteamericano, el “taller” del mundo estaba situado en esos estados, actualmente ese “taller” se ha desplazado a zonas geográficas de mano de obra barata como China, Vietnam o Taiwan. Esto ha hecho que las contradicciones del capitalismo se desarrollen a nivel global, con repercusiones mundiales. Lo que asistimos actualmente con las políticas de Trump, el rearme, las guerras y sus amenazas, es la punta del iceberg de un sistema en crisis por sus propias contradicciones.
La exportación de capitales ha desarrollado las cadenas de valor y creado una multimillonaria burguesía en los llamados países emergentes. Y el reparto de las zonas geográficas para la explotación sigue su curso, en lucha por la obtención de sus preciadas riquezas y distribuyéndose de nuevo con las guerras silenciadas en el continente africano, con genocidios como el palestino en Oriente Medio o como escribía Lenin, “amigablemente” como Putin y Trump hacen con Ucrania.
Finalmente, el 4 y 5 punto descrito por Lenin, la lucha por el reparto, después de que “el reparto territorial” del mundo se frenara tras la guerra fría, se acelera. El desarrollo capitalista de la globalización impulsado por el desarrollo tecnológico del transporte y medios de comunicación y el derrumbe de la URSS, permitió expandirse, aún más, el sistema económico en manos de una oligarquía capitalista liderada por EEUU y las grandes potencias europeas. El reparto del mundo posterior a la mundialización del capitalismo llegó a su fin. Por ello la lucha entre los distintos imperialismos se hace ahora ineludible para mantener sus beneficios y redistribuir el mercado mundial. En eso estamos. De nuevo se abre una única perspectiva: socialismo y barbarie.