¡No a la guerra imperialista con la vida de los proletarios ucranianos y rusos!

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Textos del semanario Lutte Ouvrière - 11 de marzo de 2024
11 de marzo de 2024

Mientras que todos sus aliados se niegan a mandar tropas a Ucrania, Macron insiste. La semana pasada, llamó a los europeos a no ser “cobardes”, y esta semana abre un debate parlamentario sobre la ayuda militar a Ucrania.

Oficialmente, ya se habría comprometido 6.700 millones de euros, con la mayor opacidad, puesto que el Parlamento no ha tenido voz ni voto. Asimismo, el debate que se está montando será de cara a la galería, porque sólo habrá un voto consultativo.

Todo este circo está destinado a alimentar las polémicas políticas, haciendo ver las diferencias entre partidos más grandes de lo que son. En el fondo, desde Le Pen hasta Roussel (Partido Comunista), pasando por Melenchon, todos están de acuerdo para apoyar a Ucrania con armas. Si bien critican a Macron, lo hacen al margen, en nombre de consideraciones estratégicas y diplomáticas.

En cambio, para el gobierno, ese debate será ante todo otro ejercicio más de propaganda belicista, para machacar que “hay que estar dispuestos a sacrificios para ayudar a Ucrania”.

¿Quién no desea ayudar al pueblo ucraniano? Toda la cuestión está en saber si el envío de armas, o incluso de soldados, por parte de Estados Unidos y Estados de la UE de verdad sirve para ayudarlo.

La respuesta es que no. Si tanto se comprometen en Ucrania, es que se trata de SU guerra. Una guerra por su dominio económico en la región, que, desde la caída de la Unión Soviética en 1991, ellos se empeñan en arrancar a la influencia rusa.

Explotación de la mano de obra, compra de fábricas, deudas en bancos occidentales: buena parte de la economía ucraniana ya ha pasado bajo el control de los capitalistas occidentales. La guerra acelera ese movimiento. Testimonio de ello, la privatización y concentración de inmensas explotaciones agrícolas bajo el impulso de financieros occidentales.

Cada día más campesinos ucranianos se encuentran privados de tierra, mientras se ataca los derechos y condiciones laborales de los trabajadores, en nombre del esfuerzo de guerra, por supuesto. Y no olvidemos a los obreros y campesinos ucranianos convertidos en soldados y han perdido una pierna, un brazo, o incluso la vida, en los combates. ¿Cuántos más sacrificios se les exigirá para reconstruir su país?

Los únicos ganadores de esta guerra son los oligarcas ucranianos y las multinacionales, como ArcelorMittal, Nestlé o Vinci, los bancos como el francés Credit Agricole y, por supuesto, la industria armamentística occidental.

Convertirlos en carne de cañón o en carne de patrón: ¡esto es lo que llaman ayudar a los ucranianos!

Ya se trate de Estados Unidos o bien de potencias de segunda fila como Francia, los países imperialistas nunca intervienen más que por defender sus intereses, jamás por el bien de los pueblos.

¿Qué hacen por los palestinos de Gaza, reducidos al hambre por Israel? Mandan algunos víveres por avión, para quedar bien, ¡y dejan que siga la masacre! Ya son más de 30.000 los muertos en Gaza. Si la vida de mujeres, niños y hombres tuviera importancia para las grandes potencias, fácilmente podrían actuar, puesto que Israel es un aliado cercano, que depende de su apoyo financiero y militar.

¿Adónde han llevado a Haití? Allí, Estados Unidos no ha dejado de respaldar a bandas de políticos corruptos, incluso armándolos, y hoy día, la población está sumida en una violencia inaudita por parte de las pandillas y ella también busca cómo no morirse de hambre. La misma tragedia se desarrolla en el Kivu, en la República democrática del Congo, donde la guerra lleva ya veinte años, por unos minerales que las multinacionales occidentales explotan.

¡No, las potencias imperialistas no traen la paz, la democracia y la prosperidad!

Siempre que puedan hacer sus negocios, les da igual la pobreza, las persecuciones y las guerras que afectan a los pueblos, y que a veces ellas mismas provocan.

La única manera de ayudar a los ucranianos es pues impedir que nuestros propios dirigentes causen tantos daños. Daños en Ucrania, con su guerra en la que los muertos los ponen los ucranianos; y también aquí.

Putin es un dictador feroz y un enemigo de la clase trabajadora. Sin embargo, cuando perdemos poder adquisitivo, derechos al paro, a la jubilación o a la sanidad, quien nos ataca es nuestro propio gobierno y nuestros propios capitalistas. ¡Por lo que hay que ser conscientes y difundir que los responsables de la guerra son ante todo nuestros propios dirigentes!

Nathalie Arthaud

Editorial de los boletines de empresas del 11 de marzo de 2024