Si todos los Estados se arman, es principalmente contra los pueblos

Textos del semanario Lutte Ouvrière - 30 de junio de 2025
30 de junio de 2025

Al llevar a cabo su operación militar de destrucción de las instalaciones nucleares iraníes, Estados Unidos ha querido mostrar su poderío militar al mundo entero.

Sus gigantescos bombarderos despegaron del territorio estadounidense. No tuvieron que pedir permiso a ningún país para atravesar el espacio aéreo mundial. Sus superfortalezas ni siquiera fueron detectables. En sí misma, esta operación militar de la mayor potencia mundial es un paso importante en la escalada bélica.

Trump y, tras él, Netanyahu se atreven a hablar de paz después de haber devastado Gaza, atacado el Líbano y bombardeado Siria y, ahora, Irán. Cuando estas personas hablan de paz o de guerra, siempre lo hacen con las armas en la mano y con un poderío militar devastador. En realidad, nada es menos seguro que la actual tregua con Irán.

Y en Gaza, el ejército israelí continúa su masacre, que ya ha causado más de 57.000 muertos. Tras hacerse con el control de la distribución de la ayuda humanitaria, el ejército israelí ahora también dispara contra las multitudes que acuden en busca de alimentos.

En Cisjordania, milicias de colonos israelíes han organizado incursiones cada vez más violentas contra la población palestina. En un pueblo palestino del centro de esta región, mientras los medios de comunicación internacionales se centraban en la guerra entre Israel, Estados Unidos e Irán, un centenar de colonos judíos aprovecharon el funeral de un joven árabe de 13 años, muerto por un disparo israelí, para organizar una especie de pogromo en la ciudad: quemando coches y rociando casas con gasolina. Tras defenderse con piedras, la población tuvo que soportar los disparos del ejército israelí, que acudió en refuerzo de los colonos. ¡Esta es la paz de Trump y Netanyahu!

Y luego vino la conferencia de la OTAN. Si esta fue extremadamente breve, fue porque casi todos los países presentes se plegaron inmediatamente a las exigencias de Trump, quien les pidió que previeran un aumento considerable de su presupuesto de armamento.

Hasta entonces, la exigencia estadounidense era que el presupuesto militar de los países miembros fuera de al menos el 2 % del PIB. Este porcentaje deberá pasar al 3,5 % en diez años, e incluso al 5 % si se incluye la parte del presupuesto estatal destinada a la seguridad interior. Corresponderá a esos mismos Estados hacer pagar a su propia población, lo que significaría para Francia encontrar unos 40.000 millones de euros adicionales, además de todos los aumentos ya previstos, para que el presupuesto del ejército supere los 120.000 millones de euros en 2035.

Esto significa un nuevo aumento considerable de los presupuestos militares europeos. A los países que quieren estar en el bando de Estados Unidos, este les impone su dictado o los margina. Y, de paso, ofrece un mercado casi exclusivo a la industria militar estadounidense, cuyas normas son las de la OTAN.

Hoy en día, la guerra está en Oriente Medio, en Ucrania y en otros países del mundo, pero aún no ha llegado aquí. Sin embargo, cuando se acumulan tantas armas, sería una locura pensar que nunca seremos el blanco. Todos los Estados están avanzando hacia la guerra.

Es posible que los dirigentes de los Estados ni siquiera sepan contra quién están preparando la guerra, pero saben que, si no se preparan, sus competidores lo harán. Este proceso de marcha hacia la guerra no está controlado fundamentalmente por nadie, ni siquiera por Estados Unidos. Pero está en marcha.

Aunque hay muchas cosas que se nos escapan, sabemos ya que las guerras que se avecinan serán contra los pueblos y contra los explotados. Ya lo vemos en Oriente Medio.

Quienes nos gobiernan nos dicen que estaremos “en el bando correcto”, pero no habrá “bando correcto” para los pueblos, porque todas las potencias dominantes son potencias capitalistas rivales que se burlan del destino de las poblaciones, empezando por las suyas propias.

La única forma que tenemos los explotados de prepararnos para lo que se avecina es, en primer lugar, estar profundamente convencidos de que no debemos confiar en nuestros propios dirigentes, ya sean civiles o militares.

En tiempos de paz, el Estado es el garante de nuestra opresión en nombre de la gran burguesía. En tiempos de guerra, además, organiza nuestro adoctrinamiento y nuestro reclutamiento para convertirnos a nosotros o a nuestros hijos en carne de cañón.

Como trabajadores, nuestro principal enemigo está en nuestro propio país: es la clase capitalista y sus servidores políticos. Y hay que combatirlos.

Nathalie Arthaud

Editorial de los boletines de empresas del 30 de junio de 2025