El general Mandon, recién nombrado jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas y en servicio ordenado por el Elíseo, encadena discursos belicistas.
Hace un mes, explicaba que la población civil debía prepararse para «un choque militar con Rusia» dentro de «tres o cuatro años». La semana pasada, ante los alcaldes de Francia, pidió «estar preparados para aceptar la pérdida de nuestros hijos y sufrir económicamente».
¡Nuestros hijos vestidos de uniforme y marchando hacia la muerte, ese es el futuro que nos reservan los dirigentes del país! Esta perspectiva es realmente revoltante, pero es sin duda el futuro que nos están preparando activamente.
Este verano, el Ministerio de Sanidad pidió a los hospitales y a las agencias regionales de salud que se prepararan para atender a cientos de miles de heridos de guerra. La semana pasada, el Gobierno publicó un kit de supervivencia que incluye la situación de guerra. Y el próximo jueves, Macron anunciará la instauración, a partir de 2026, de un servicio nacional voluntario. Por el momento, está previsto que sea voluntario, pero no deja de ser el regreso del servicio militar.
En cuanto al rearme, los preparativos se aceleran. Dassault podrá aumentar su ritmo de producción del Rafale. La producción de cañones Caesar se ha duplicado. Cerca de Lorient, la Fonderie de Bretagne, que fabricaba piezas para automóviles, se supone que va a empezar a producir proyectiles. Al igual que en 1914-1918, la industria se reconvierte para los comerciantes de cañones. Y para ello no falta dinero, ¡el presupuesto militar ha aumentado en 3500 millones de euros!
Y luego está, sobre todo, el adoctrinamiento para ponernos en condiciones. No pasa un solo día sin que se presente a Rusia como el enemigo número uno. No pasa un solo día sin que se nos diga que se está preparando para atacarnos y que debemos ponernos en situación de defendernos.
El Gobierno se presenta como la víctima inocente que solo busca la paz. Pero, ¿quién provoca las guerras en el mundo? ¿Quién ha convertido África y Oriente Medio en campos de batalla permanentes por los pozos de petróleo de TotalEnergies, las minas de uranio de Orano, los contratos de Thales, Dassault o los mercados de Crédit Agricole y BNP Paribas? ¡Son las grandes potencias, entre ellas Francia!
El Estado francés no busca la paz, defiende los intereses de los capitalistas y no ha dejado de hacerlo por las armas.
En Ucrania, Francia ha participado, junto con Estados Unidos y la OTAN, en el pulso con Rusia, ayudando a instalar bases militares y maniobrando para que las riquezas de este país, sus tierras agrícolas, sus minerales y sus empresas pasen a manos occidentales. A continuación, Putin transformó esta guerra sorda en un enfrentamiento armado y en un baño de sangre. ¡Pero nuestros dirigentes no son palomas blancas!
Al suministrar material e instructores militares, han convertido esta guerra en su propia guerra, dejando a Ucrania con muertos, destrucción y deudas eternas. Hoy en día, los dirigentes estadounidenses y europeos se pelean por seguir despojando a Ucrania, y el plan de paz que están tramando no es más que un reparto del país entre las grandes potencias.
Son los intereses económicos de los capitalistas los que definen el apoyo a tal o cual guerra y a tal o cual bando, y no la defensa de valores superiores ni la defensa de la patria.
En 1915, la revolucionaria alemana Rosa Luxemburg escribió: «La leyenda de la defensa de la patria pertenece tanto al arte de la guerra como la pólvora y el plomo». Esto sigue siendo cierto, y ahora nos abruman con esta leyenda.
Un cronista apoyó el llamamiento al sacrificio del general Mandon, explicando que había que defender Europa y Francia porque sería «el pedazo de tierra más libre del mundo».
Pero, ¿para quién vale esa libertad? ¿Para el obrero encadenado a su máquina? ¿Para el que ni siquiera tiene libertad para trabajar? ¿Para el que no tiene un céntimo? ¿Para el trabajador extranjero sin papeles? ¡No!
Para el mundo del trabajo, la libertad, la democracia y la soberanía siguen por conquistar, y eso solo podrá hacerse contra la clase capitalista y nuestros propios dirigentes. Si hay una guerra justa por la que hay que estar dispuesto a sacrificarse, es esa, y ninguna otra.
¡No aceptemos, pues, la guerra que nos preparan Macron, los mandos militares y los mercaderes de armas con el único fin de conseguir sus mercados, sus beneficios y su dominio sobre el mundo!
Nathalie Arthaud
Editorial de los boletines de empresas del 24 de noviembre de 2025