El Coronavirus está obligando a muchos inmigrantes a volver a casa teniendo que abandonar España. 164001 marcharon del país tan solo en los primeros seis meses del año, la cifra más alta desde 2013. La mayor parte de estos inmigrantes son ucranianos, pero también latinoamericanos que en los últimos años han solicitado asilo en España y que ahora están siendo rechazados tras agotar el plazo correspondiente que les permite de forma temporal residir en España y trabajar. Este tipo de trabajadores inmigrantes se ven en la ilegalidad de golpe y porrazo y es por ello que algunos prefieren regresar.
Pero también están los que no llegan. 2020 ha sido un año horrible en las fronteras españolas: 12 muertes al día, 4175 personas engullidas por el mar, más de 80 embarcaciones que ni se han encontrado…En definitiva una cifra macabra que duplica la del año anterior.
Arriesgan sus vidas para venir y a menudo las pierden, porque el intento les merece la pena ya que tienen al menos una posibilidad de acercarse a un tipo de vida más digna, con menos sufrimientos, hambres o guerras. A estos inmigrantes se les dice que deben venir con “los papeles en regla”, con el derecho de asilo, etc, para luego denegarles la posibilidad de quedarse. ¿Pero se puede pedir tanto a quien nada tiene, más que su vida?
¿Acaso los inmigrantes españoles que van de turistas a Alemania, por ejemplo, y terminan quedándose y trabajando, no han sorteado la ley también? ¿Qué ocurriría, como absorveríamos la cantidad de españoles que hay trabajando en el extranjero si cada país expulsa a los de fuera para dar trabajo primero a los “nacionales”?
Según datos recogidos por el INE, tan sólo en el 2020, 66.293 españoles emigraron, y estos son los “reconocidos” oficialmente.
Los que hoy arriesgan su vida para venir son médicos, arquitectos, fontaneros, enfermeros… trabajadores en definitiva, pero de países más pobres. Esto no los hace peores. Son nuestra clase, la clase trabajadora, con los cuales tendremos que manifestarnos y luchar por nuestros propios intereses de clase trabajadora.
Ya el mar ha engullido demasiados cuerpos, se han levantado demasiados muros y vallas. Pero no se puede contener la vida, el derecho a vivirla en las mejores condiciones posibles. Es por ello que los trabajadores, toda la población en general, debemos gritar alto y claro que es necesaria la libertad de circulación de las personas, derribar las fronteras y la tiranía de los capitales que, en última instancia, son los que abren o cierran fronteras según les va conviniendo a los grandes grupos capitalistas.
¡Libertad de circulación para todos! ¡Abajo las fronteras!