La crisis de izquierda unida y la unidad de la izquierda

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Octubre - Noviembre - Diciembre

La coalición Izquierda Unida, liderada por el Partido Comunista de España y constituida como alternativa electoral en 1.986, atraviesa desde hace tiempo una crisis centrada en el enfrentamiento entre la dirección de la coalición, encabezada por el Secretario General del P.C.E. Julio Anguita y algunos componentes de la misma, en especial el denominado Partido Democrático de la Nueva Izquierda (P.D.N.I.), formado por antiguos dirigentes "renovadores" del P.C.E., y la dirección de Iniciativa por Cataluña.

Izquierda Unida además de reunir en torno al P.C.E. pequeños grupos que van desde un partido socialdemócrata (P.A.S.O.C.) o un partido republicano burgués (Izquierda Republicana) hasta verdes y restos de la extrema izquierda, está vertebrado a nivel nacional como un conjunto de federaciones territoriales que tienen sus propios órganos de dirección y una relativa autonomía.

El último detonante de la crisis fue la decisión de la Federación territorial de Galicia, apoyada por el P.D.N.I. y otras federaciones regionales, de pactar con el P.S.O.E. para las elecciones regionales gallegas. Esto no fue bien visto por la dirección nacional de I.U.. La respuesta de ésta fue tajante: expulsión del P.D.N.I., ruptura con la federación gallega de I.U. y con Iniciativa por Cataluña, y disolución de los órganos de dirección de otras dos federaciones territoriales.

Independientemente de la gravedad de la ruptura, las disputas en el seno de la coalición ponen en evidencia el fiasco de la politica del P.C.E., instrumentalizada a través de I.U., que apunta a afianzar y ampliar la representación del Partido comunista en las instituciones parlamentarias y a facilitar el que, algún día quizás, se le asociara al gobierno ; una política que se sitúa en el marco de la sociedad burguesa y de sus instituciones. Ya que para todo este mundo de policastros "de izquierda", que sueñan con ser admitidos a gestionar la sociedad burguesa, el PSOE a causa de su peso electoral es el objeto obligado de sus atenciones aún cuando estos partidos se esfuerzan por darse una indentidad distinta. Para todas las corrientes que componen I.U., el problema de las relaciones con el PSOE se plantea de una manera contradictoria. Entran directamente en competencia con este partido en el electorado de izquierda. Saben tambien que, dadas las relaciones de fuerzas actuales, no tienen ninguna posibilidad de participar en el gobierno sin pasar por él.

Por tanto no es nada extraño que las dos fracciones de IU que hoy se enfrentan consideren que el "modelo francés" es un ejemplo que seguir. Y el problema que les opone, no es el objetivo sino el saber cómo alcanzarlo. Y cabe recordar que el problema de las alianzas resulta más complejo en España donde el parlamento central viene doblado de parlamentos regionales que corresponden a las comunidades autónomas que se constituyeron en el péríodo de la transición política en el 77-78.

La lucha por el voto de izquierda

La competencia del P.C.E.con respecto al P.S.O.E. se ha situado siempre dentro de una perspectiva política común a ambas formaciones, aquella de hacer confiar a los trabajadores sus esperanzas de cambio en la papeleta de votación. Pero en este terreno el P.S.O.E. tuvo siempre las de ganar. El hundimiento electoral del P.C.E. en las elecciones del 82, apenas un 4% de votos, que dieron el triunfo al Partido Socialista significó que muchos dirigentes del P.C.E., deseosos de hacer carrera política, de tener un puesto en las instituciones, abandonaran el partido e ingresaran en las filas socialistas.

Una vez en el gobierno el P.S.O.E. aplicaría duras medidas antiobreras : reconversiones industriales salvajes, subida espectacular del paro (de 400.000 parados a finales de los 70 se ha pasado a más de 3.000.000), precarización del empleo, descenso de los salarios... Esta política lo iría desgastando poco a poco. Era la oportunidad del P.C.E. para recuperar el terreno perdido. En este contexto surge en 1.986, I.U. Sin embargo en su discurso, como en sus símbolos nunca se ha situado en el terreno de la lucha de clases. En todo caso han aparecido en las luchas obreras con un apoyo testimonial y pidiendo el voto. Más bien su preocupación ha sido dar la imagen de una fuerza lo suficientemente moderada como para ser alternativa de gobierno, ser la "izquierda real".

El descontento de sectores de trabajadores con la política de los gobiernos socialistas, manifestado en las Huelgas Generales del 14-D del 88 y del 27-E del 93 entre otras, y los escándalos de corrupción que salpicaron sus últimos años de gobierno favorecieron un relativo aumento de votos para I.U. Incluso los dirigentes más incrustados en los puestos institucionales, partidarios de un acercamiento más claro al P.S.O.E. no levantaron excesivamente la voz dentro de la coalición.

En las últimas elecciones generales de Marzo del 96 el discurso de I.U., y sobre todo el de su máximo dirigente Julio Anguita, estuvo marcado por la idea de la posibilidad de superar electoralmente al P.S.O.E. y ocupar su espacio político, y de situarse como la alternativa frente a la derecha del Partido Popular. Pero fuera de ilusionar a los militantes con convertir a IU en la primera fuerza de la izquierda, el discurso de Anguita no iba más allá, como de costumbre, de situar los problemas de los trabajadores y la población en el marco de la constitución, exigiendo su aplicación. En ella, según Anguita están los remedios para solucionarlos.

Sin embargo el avance de la coalición fue mínimo, apenas un 1% con respecto a las generales del 93, mientras que las elecciones al parlamento de Andalucía, principal feudo de I.U., celebradas al mismo tiempo que las nacionales, el retroceso fue espectacular: un 14% de votos frente a un 19% en las autonómicas del 94. Al mismo tiempo, si bien el P.S.O.E. salió derrotado en las elecciones generales frente al P.P., conservó un 37% de votos frente al 10% de I.U. Nada de sobrepasar al PSOE.

Los trabajadores por miedo a la derecha volvían a votar mayoritariamente al partido socialista.

Como en el 82 con el P.C.E., los resultados electorales, ahora de I.U., volvían a abrir la caja de los truenos. Como muy gráficamente había comentado un alto dirigente del PCE y de IU, en referencia a la crisis más reciente, "siempre que se roza el 10% surgen las disidencias".

La dimisión de F. Gonzalez y la "causa común de la izquierda"

Si Anguita hablaba de sobrepasar al P.S.O.E., este partido no dejaba de insistir en la idea de la "casa común de la izquierda". Así el PSOE mataba dos pájaros de un tiro:se presentaba como única alternativa posible de izquierda y atraía a los dirigentes renovadores de I.U. que buscaban un futuro seguro para sus carreras políticas.

Con el P.S.O.E., en la oposición y con la dimisión de F. Gonzalez como Secretario General de los socialistas la posibilidad de un acercamiento parecía vislumbrarse. El ejemplo de las elecciones francesas era citado abundantemente por los líderes de I.U. El nuevo Secretario General de los socialistas, Joaquín Almunia, acuñó un nuevo lema "la causa común de la izquierda".

Al poco tiempo de la dimisión de Gonzalez se celebró el primer encuentro entre Anguita y Almunia para buscar un "frente común a las políticas del gobierno del P.P.". A la salida de la reunión Anguita habló de una "nueva atmósfera", de "apertura de una nueva etapa", de que el "ejemplo francés es un referente". Pero al mismo tiempo la ejecutiva socialista aconsejaba no generalizar alianzas con I.U. Un exministro socialista, Borrell, veía erróneo que el P.S.O.E. centrara en Anguita su diálogo con I.U., más bien el P.S.O.E. "debía ofrecer un nuevo discurso... a gente con sensibilidad progresista que ha votado a I.U. desencantada de algunos comportamientos socialistas".

Para el propio Almunia el P.S.O.E. debía utilizar "su propia libertad de interlocución con los distintos sectores que componen I.U.". Y del dicho al hecho, el Partido Socialista de Cataluña firmaría, en Agosto de este año, un Programa Común con Iniciativa por Cataluña, aunque con listas separadas, cara a unas futuras elecciones catalanas , con la idea de "formar una nueva mayoría alternativa en el Parlamento Catalán" frente a Jordi Pujol. Meses antes el PSG-PSOE firmaría con I.U. de Galicia un acuerdo electoral, con listas comunes, para las elecciones gallegas del pasado octubre. La estrategia del P.S.O.E. estaba clara: debilitar a Anguita lo más posible pactando con los renovadores. Para Anguita es lo contrario: impedir que el P.S.O.E. tenga una superioridad electoral suficiente como para no necesitar pactar con I.U. Tanto para el P.S.O.E., como I.U., o los pequeños partidos que pululan alrededor de ésta, la batalla es fundamentalmente electoral. La cuestión es quién se lleva la mayoría de los votos. Con esta política los trabajadores y sus problemas están en segundo plano. Para ellos la batalla no es contra la burguesía y las agresiones de su gobierno.

Para I.U. el problema está en que el P.S.O.E. quiere, según declaraciones de dirigentes nacionales : "consolidar un sistema bipartidista" que, por tanto, la dejaría fuera del espacio institucional burgués en el que desarrolla su política. Para su dirección se trata de mantener su "marca y modelo", "una izquierda no subordinada". Para reafirmar su propio papel "independiente" I.U. no ha dudado en votar determinadas leyes presentadas por el gobierno derechista.

Es en este reconocimiento donde se situaría la perspectiva de un posible pacto con el PSOE.

La prueba de las elecciones gallegas

Los comicios gallegos, celebrados el 19 de Octubre, servirían para comprobar sobre el terreno el resultado de unas y otras maniobras. La coalición en torno al P.S.O.E. de disidentes de I.U. y verdes reclamaba para sí el voto de la izquierda, mientras que la lista formada por la dirección de Izquierda Unida con el sector gallego fiel a la dirección hacia lo propio. Sin embargo, uno y otro pasaron de puntillas por la situación real que viven los trabajadores, lo único que les importaba era su pelea para obtener votos.

Para el P.S.O.E. los resultados fueron un rotundo fracaso. Su coalición de progreso bajó del 27% en las elecciones autonómicas del 93 a un 19% en las actuales, siendo superado por los nacionalistas del B.N.G.. Para I.U. los resultados fueron más bien magros: un 0,9% de los votos.

Sin embargo, a pesar del retroceso general de la izquierda en Galicia y la desconfianza de amplios sectores de trabajadores y jóvenes hacia las dos formaciones mayoritarias de la izquierda, evidenciado en el trasvase del voto obrero y juvenil del P.S.O.E. e I.U. al B.N.G., el balance que hace I.U. de las elecciones refleja fielmente su política de lucha por espacios electorales con el PSOE.

Para Anguita se ha abortado la operación del PSOE consistente en "anular a la Presidencia Federal y el discurso de Izquierda Unida intentando coger territorios" como si de un "juego de ajedrez" se tratara. Para el líder del P.C.E. y de la coalición la unidad de la izquierda no se puede hacer sin I.U. "pero muchísimo menos en contra de I.U.".

Se trataría pues, en la perspectiva de un hipotético pacto PSOE-I.U. de que los socialistas reconozcan claramente la "marca y el modelo" de I.U. El dirigente andaluz de Izquierda Unida, Antonio Romero, lo describe muy gráficamente cuando declara a los periodistas que está pendiente de una llamada de Chaves (Secretario General de los socialistas andaluces) "para iniciar contactos : Creo que después de lo que ha pasado en Galicia, la llamada se hará a la dirección formal de I.U. y no se hará a cuatro personas que no representan nada".

Más allá de estas maniobras electoralistas, la dirección de I.U. no tiene nada nuevo que ofrecer a sus militantes y a los trabajadores para hacer frente a las agresiones del capital, salvo que "apostar por la unidad con el centroizquierda" como perspectiva para la Va Asamblea Federal. Lo mismo dice el P.S.O.E.

Sin embargo ninguno de los dos apuestan por una política que signifique afrontar los verdaderos problemas de la clase obrera: los enormes beneficios que la patronal obtiene en medio del paro y la degradación de las condiciones de vida de los trabajadores. Que ni tan siquiera apuestan por preparar el terreno y la organización de los trabajadores para hacer frente a las agresiones del gobierno y los patronos.