El ejido: violencia contra los trabajadores inmigrantes

Εκτύπωση
Abril y Mayo de 2000

El sábado 7 de Febrero estalló, en la localidad almeriense de El Ejido (Andalucía), una oleada de violencia contra los trabajadores inmigrantes de origen marroquí, que duró varios días. Los sucesos provocaron un fuerte impacto en toda España. Como respuesta los trabajadores inmigrantes convocaron una huelga indefinida en los invernaderos.

Los hechos se iniciaron a raíz del asesinato de una mujer por un inmigrante marroquí. Desde hacía tiempo existía una campaña, llena de prejuicios y tópicos racistas, que acusaba a los inmigrantes marroquíes del aumento de la delincuencia y la inseguridad en la localidad, alimentando el odio contra ellos. En ese ambiente el funeral de la mujer desencadenó una brutal ola de violencia, por parte de grupos muy numerosos, contra los inmigrantes. La turba destruyó y saqueo propiedades y locales de todo tipo de los marroquíes y de las asociaciones españolas que les prestan ayuda, cuyos locales eran los centros de reunión de estos trabajadores. Al mismo tiempo incendió viviendas y chabolas de los emigrantes. Estos fueron perseguidos y golpeados brutalmente, con barras de hierro, e incluso se utilizaron, en su contra, cuchillos y armas de fuego. Esta autentica cacería humana se desarrolló ante la pasividad de las fuerzas de Orden Público que dejaron actuar a sus anchas a los agresores. Es más estos levantaron barricadas en las afueras del pueblo para aislarlo y durante casi dos días los trabajadores inmigrantes estuvieron a merced de la violencia y locura racista.

Inmigrantes: mano de obra sobreexplotada

Pero si hay que hablar de delincuencia y de robo es el del practicado por los empresarios agrícolas de la comarca, que someten a los trabajadores inmigrantes a una explotación auténticamente esclavista. El Ejido y la comarca del Poniente almeriense es una zona semidesértica, muy pobre hace décadas, que ha florecido gracias a los cultivos de invernadero y a la sobreexplotación de los inmigrantes marroquíes. Al hilo de los sucesos un escritor español comparaba El Ejido con la Sudáfrica de la segregación racional.

Los trabajadores inmigrantes se ven obligados a trabajar en condiciones inhumanas: jornadas de 10 y 12 horas en unos invernaderos, en cuyo interior se alcanzan temperaturas que en primavera y verano superan los 50 ° centígrados, y expuestos al masivo uso de plaguicidas. Todo esto por salarios de hambre que rondan poco más de 500 ptas. la hora, si no menos, ya que los propietarios fomentan, favorecidos por la Ley de Extranjería, la existencia de una verdadero ejército de inmigrantes llamados "ilegales" que están sin contratos, a merced de las condiciones que impongan los patronos, y que son contratados en las plazas de los pueblos, en los cruces de caminos, como si de una subasta de esclavos se tratará. Formas de contratación, que no hay que olvidar tampoco, han sido tradicionales en Andalucía y, que en cierta medida, siguen afectando a propios jornaleros españoles o de otras nacionalidades como los portugueses.

Pero la situación de los inmigrantes "legales" no es mucho mejor, primero por que el convenio colectivo del campo en Almería, junto con el de Huelva, es uno de los que establecen salarios de los más bajos en toda España, y segundo por que es frecuente que también trabajen sin contratos. La utilización de esta mano de obra barata, sobreexplotada y atenazada por el miedo a la expulsión de España, permite a los empresarios despedir y contratar a su gusto para adaptarse a la evolución de los precios internacionales del mercado hortofrutícola, y obtener suculentos beneficios a costa de la miseria de los trabajadores. Los beneficios anuales que obtienen los empresarios agrícolas de El Ejido- una localidad de 50.000 habitantes - se cifran en 312.000 millones de ptas. y es la localidad española con la tasa más elevada de bancos por habitante.

Las condiciones de vida de los trabajadores marroquíes no son mejores que las laborales. Muchos de ellos son obligados a vivir fuera de la localidad, en auténticos ghetos, hacinados en chabolas o en cobertizos hechos de plástico. Según un reciente estudio el 57% de ellos reside en "infraviviendas", almacenes o casas semiderruidas, sin luz eléctrica, ni agua corriente, ni baño. Dentro del núcleo urbano de El Ejido, como en otras localidades de la zona, es habitual que sean expulsados de los bares y locales públicos. Aquellos emigrantes "ilegales" que se han atrevido a ocupar casas en el pueblo han sido sacados de ellas por iniciativa del propio Ayuntamiento. El alcalde, del Partido Popular (PP), y gran empresario agrícola, ha estado siempre a la cabeza de las declaraciones racistas contra los marroquíes, alimentando el clima de odio. Poco después de los bárbaros actos cometidos, daba como "solución" la repatriación de todos los inmigrantes ilegales.

A pesar de todo este clima los trabajadores marroquíes convocaron una huelga indefinida para protestar contra las brutales agresiones sufridas, reivindicar mejoras en sus condiciones de vida y trabajo, y demostrar que ellos son la verdadera fuerza productiva. La huelga fue secundada por la totalidad de los inmigrantes de origen marroquí, la mayoría de la fuerza de trabajo, y paralizó durante más de cuatro días la actividad de los invernaderos, mientras piquetes de trabajadores hacían efectiva la paralización del trabajo. A pesar del hostigamiento de la Guardia Civil los trabajadores consiguieron organizarse mediante asambleas.

El solo hecho de la huelga consiguió, que por primera vez, los empresarios agrícolas y representantes del gobierno se sentaran a hablar con los trabajadores inmigrantes. Si bien determinadas asociaciones de inmigrantes, como ATIME, que recibe importantes subvenciones del gobierno, organizaciones no gubernamentales como Almería Acoge, ligada a la Iglesia Católica, y los sindicatos mayoritarios, CC.OO y UGT, han tratado en todo momento de moderar las reivindicaciones y procurar la vuelta al trabajo, actuando en todo momento como auténticos apagafuegos. Los sindicatos no ofrecieron en ningún momento un apoyo real a la huelga

Los empresarios para acabar con la huelga y el movimiento reivindicativo en general, iniciaron la contratación de trabajadores inmigrantes del Este de Europa y subsaharianos. Según el diario el País en la frontera española con Francia se detectó un aumento de inmigrantes del Este europeo que decían dirigirse a Almería. En el mismo diario aparecía la declaración de un propietario agrícola, en ese sentido: "habrá un cambio de trabajadores, se traerán de Sudamérica, de Europa o de donde sea, pero con los "moros" ya no hay más que problemas". Fiel ejemplo de la aberración capitalista.

La huelga finalizó con la firma de un acuerdo que recogía indemnizaciones por los daños causados, la construcción de alojamientos para los inmigrantes, que estos reclamaban que fueran dentro del pueblo, la aplicación del convenio colectivo para todos los trabajadores y la regularización de los inmigrantes ilegales de la población. Aunque hay que aclarar, respecto a este último punto, que es dentro del proceso de regularización que ha puesto en marcha la nueva Ley de Extranjería.

Por la lucha unida de todos los trabajadores

En un principio las movilizaciones quedaron en suspenso en función del grado de cumplimiento del acuerdo. Hasta la fecha las principales reivindicaciones no han sido satisfechas, especialmente las del alojamiento. Los que se han construido son módulos prefabricados, en los mismos invernaderos y lejos del pueblo un nuevo gheto-. Se puede cifrar en unos 1000 trabajadores los despedidos desde la huelga. Miembros del colectivo de inmigrantes denuncian que el Ayuntamiento de El Ejido está realizando expulsiones encubiertas.

Frente a esta situación nuevamente los sindicatos negaron su apoyo al sector de trabajadores inmigrantes que exigían el cumplimiento integro de las reivindicaciones y quieren avanzar en las movilizaciones. En el caso de Almería Acoge, su dirigente advertía de las consecuencias negativas que podría tener una nueva huelga. Esa es su respuesta cuando los trabajadores eligen la lucha y no la caridad.

En la manifestación celebrada en Madrid el 26 de Marzo contra el incumplimiento de los acuerdos, el comunicado leído al final de la marcha afirmaba: "La lucha de los trabajadores inmigrantes de El Ejido, su autoorganización, la huelga indefinida han sido una respuesta de dignidad y un ejemplo de cómo combatir el racismo y la explotación en nombre de intereses comunes, como trabajadores y como personas"

En esa lucha es imprescindible el apoyo y la solidaridad de los trabajadores españoles, ya que la causa de los trabajadores inmigrantes es su misma causa, su misma pelea, frente a los mismos explotadores. Es el único camino para salir del pudridero social causado por la explotación, el paro y la degradación de las condiciones de vida de todos los trabajadores.

Situación a la que han contribuido las políticas aplicadas por la mayoría de los partidos, PP y PSOE, especialmente, que hoy se escandalizan hipócritamente de la brutal violencia racista de El Ejido.

Marzo de 2000