Argentina: muerte de un fiscal, un asunto oscuro

Εκτύπωση
febrero 2015

Desde el lunes 19 de enero, hay manifestaciones en Buenos Aires, la capital argentina, por la muerte del fiscal Alberto Nisman; este investigaba desde hacía diez años un atentado antisemita de veinte años antes, e iba a hacer revelaciones que presumiblemente mancharían a la presidenta de la República argentina, la peronista Cristina Kirchner. Ahora bien, el día antes, se... "suicidó".

El 18 de julio de 1994, un coche bomba explotaba delante de la sede de la Amia, Asociación Mutual Israelita Argentina, matando a 85 personas. Desde hacía veinte años, se había atascado la investigación para determinar los responsables de este crimen. Alberto Nisman exploraba la pista más verosímil, la de un atentado cometido por el Hezbollah libanés, con el apoyo de Irán. Nisman afirmaba que el atentado contra Amia se quedaba impune porque el Estado argentino quería concluir acuerdos comerciales con Irán. Y la impunidad estaba en la balanza de esta negociación.

En un programa de televisión, algunos días antes de su muerte, el fiscal se había quejado de que los servicios secretos argentinos se portaban como servicios secretos... iraníes: "Informan a los iraníes de los progresos de la investigación, del seguimiento que le vamos a dar. ¡Los iraníes saben más que yo! Los servicios argentinos les han dado incluso datos sobre mí, sobre mi ex-esposa que es juez federal, y sobre mis hijos", había denunciado.

La explicación oficial sobre que ha sido un suicidio, no convence. En una entrevista reciente Nisman decía estar sereno. El día de su muerte, había preparado una lista de compras para el día siguiente. No tenía pólvora sobre sus manos y el arma con la que supuestamente se habría matado no era la suya, aunque sí tenía una en su casa. A estas y otras causas se añadió las torpezas del poder. La presidenta tardó en comentar el acontecimiento y sus partidarios desertaron de la reunión donde el fiscal debía hacer sus revelaciones.

En Argentina no es raro que personalidades molestas desparezcan, pues siete años de dictadura y 30.000 desaparecidos permitieron a militares, policías o sicarios estar preparados. Después de la dictadura, se ha visto a otras personas molestas desaparecer. Todo ello se aglutina para alimentar las dudas sobre la versión oficial del suicidio y fomentar la protesta popular.

Finalmente, 2015 es un año electoral. Cristina Kirchner no se puede presentar, pero ha hecho de todo para que su partido conserve el poder. Este escándalo le viene mal, pero no dudemos que intentarán acallar todo para enterrarlo, tal como el atentado contra la Amia.