El caso Julen y la socialización de los medios de producción

Εκτύπωση
Febrero de 2019

El caso del pequeño Julen, que cayó a un estrecho pozo y fue rescatado sin vida tras 14 días de intensas labores de rescate, ha sido quizás el más seguido por los medios y redes sociales. A partir de las primeras pruebas, que apuntaban ya sin duda a la presencia del niño en el interior de un antiguo pozo de prospección acuífera, las labores de rescate que se han llevado a cabo han contado con un despliegue inaudito de personal y medios técnicos.

Según diversos medios, han participado más de 300 personas, entre mineros, bomberos, espeleólogos, técnicos en explosivos, Guardia Civil, especialistas y voluntarios. Muchas empresas privadas han ofrecido colaboración desinteresada de una u otra forma, tanto a nivel nacional como internacional. Por último, en Totalán(Málaga), la localidad de Julen, sus habitantes se han volcado con los grupos de rescate, que han recibido alimentos, bebidas y toda clase de atenciones. Durante catorce días se ha vivido una experiencia social a raíz de un suceso particular.

Según algunos de los miembros del rescate, estas labores, que en circunstancias normales habrían necesitado meses, se han ejecutado en cuestión de días. Todo ello gracias a un trabajo colectivo, ejecutado con precisión y suficientes medios técnicos. Todo esto demuestra cómo es posible distribuir y utilizar la maquinaria y resto de medios técnicos, algunos punteros y ponerlos a disposición de un fin social concreto.

Si por ejemplo el paro, así como las precarias condiciones laborales que imponen una minoría de capitalistas a la mayoría trabajadora, tuviese que ser abordado por los propios trabajadores, se requería una solución que pasa sin duda alguna por tomar los medios de producción, los medios técnicos que están en manos de las empresas privadas a manos de los trabajadores.La eficacia, en el caso de Julen, se impuso con el control racional y el empleo de lo necesario. Aplicar esta misma solución para resolver un problema que atañe a la clase trabajadora en su conjunto, es expropiar a los poseedores de los medios de producción en favor de la amplia mayoría trabajadora. Este desafío es posible y ahora más que nunca es necesario llevarlo adelante, hasta sus últimas consecuencias. La clase trabajadora podrá hacerlo porque ya ha demostrado varias veces su viabilidad.