¡Hagamos oír nuestra ira y defendamos nuestros intereses como trabajadores!

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Textos del semanario Lutte Ouvrière - 15 de septiembre de 2025
15 de septiembre de 2025

El nuevo primer ministro, Sébastien Lecornu, ha abandonado la idea de suprimir dos días festivos, lo que sonaba a provocación para los trabajadores.

Pero siguen en pie todas las demás medidas anunciadas: el aumento de los días de carencia (sin sueldo) en caso de baja por enfermedad; la duplicación de las franquicias médicas; la congelación de las prestaciones, los salarios de los funcionarios y las pensiones de los jubilados;  los recortes en los servicios útiles para las clases populares; los ataques contra los desempleados, etc. ¡Y no olvidemos los 730 días que nos han robado con el aplazamiento de la jubilación a los 64 años!  

Este falso retroceso, quizá previsto desde el principio, no puede engañar a ningún trabajador: Lecornu está ahí para librar la guerra social, mano a mano con la gran patronal.

Esto no se debe a su cercanía con Macron, sino a la profunda crisis del capitalismo que está llevando a una ofensiva contra el mundo laboral. Mientras que las ganancias se disparan para un puñado de capitalistas, sectores enteros de la economía se hunden en la recesión. La guerra comercial se recrudece con el aumento de los aranceles aduaneros. Las arcas del Estado están vacías, pero el futuro presupuesto prevé miles de millones adicionales para el ejército, ya que el Estado Mayor se prepara para la guerra. 

¿Quiénes soportarán los sacrificios humanos y financieros que exige una situación así? ¡Los trabajadores, el mundo obrero, las clases populares, como siempre! 

Porque es a los trabajadores a quienes se les pide que sean cada vez más competitivos, más flexibles y más productivos. Lo pagamos colectivamente desde hace años con salarios insuficientes, con la supresión de puestos de trabajo y la falta de personal, con ritmos y horarios de trabajo delirantes y una precariedad generalizada.

En esta jungla capitalista, el Estado ha puesto a los capitalistas bajo el gotero del dinero público, transfiriendo cientos de miles de millones de las arcas públicas a las cajas fuertes privadas de los accionistas. Hemos pagado un alto precio con el retroceso de nuestros derechos y el saqueo de la educación de nuestros hijos y de los hospitales. Y con el pretexto de una deuda que se habría vuelto insostenible, ¡habría que seguir pagando!  

La estrategia de Lecornu consiste en hacer creer que los esfuerzos son compartidos, y se muestra dispuesto a gravar, ligeramente, a los más ricos. No cabe duda de que tal gravamen sería más que simbólico, ya que conocemos la fidelidad de Macron a los intereses de su mundo de ricos, financieros y multimillonarios. Pero la simple mención de una modesta contribución exaspera a los grandes empresarios. «¡No se trata de pagar ni un euro más!», afirmó el líder del Medef, el sindicato de la gran patronal, amenazando con «una gran movilización patronal». 

Bueno, ¡podemos estar seguros de que los empresarios no tendrán que gastar mucho el suela de sus zapatos en las calles para hacerse oír! Se les escucha constantemente, ya que una cofradía de columnistas difunde su propaganda en los medios de comunicación las 24 horas del día. Estos nos explican, unos mejor que otros, que el impuesto del 2 % propuesto por el economista Gabriel Zucman y retomado por los partidos de izquierda sumiría al país en una catástrofe económica. ¡Qué teatro! 

Se trataría de gravar el patrimonio de quienes poseen más de 100 millones. Sí, han leído bien, ¡más de 100 millones! Esto afectaría a 1800 personas, que serían gravadas con un 2 %, lo que no las haría menos ricas, ya que su fortuna aumenta un 8 % cada año. Sería lo mínimo de lo mínimo. 

Este impuesto, denunciado como una locura económica por la burguesía, es incluso insignificante si se tiene en cuenta la evolución de la sociedad. 

La verdadera locura es que toda la riqueza creada en la sociedad sea acaparada por un puñado de parásitos y provoque el deterioro de las condiciones de vida de la clase que lo produce todo, la clase obrera. La locura es este sistema capitalista que provoca crisis tras crisis y nos condena a una guerra comercial destructiva. Es la ley del mercado la que impide planificar la producción de forma racional. Es la carrera por los beneficios la que impide que las empresas funcionen para satisfacer las necesidades humanas. Y esta locura nos está llevando a la guerra mundial.  

¡No aceptemos sacrificarnos por un sistema tan loco! ¡Digámoslo el 18 de septiembre, haciendo huelga y manifestándonos!

La protesta del 10 de septiembre fue un primer paso. La convocatoria de las confederaciones sindicales para este jueves 18 de septiembre nos permite dar un segundo paso. Hagámoslo reuniéndonos y organizándonos desde la base, decidiendo nuestras reivindicaciones y acciones, es decir, dotándonos de los medios para dirigir nosotros mismos una lucha que no ha hecho más que empezar.

Nathalie Arthaud

Editorial de los boletines de empresas del 15 de septiembre de 2025