Los sicarios de Dios

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Noviembre de 2018

Las declaraciones del actual Papa de la Iglesia católica vuelven a desenmascarar el verdadero rostro de las religiones y sus dirigentes.
Este Papa jesuita, que parecía más abierto y más cercano a la realidad de la gente, ha sorprendido estos días atrás en plena Plaza de San Pedro, con unas duras palabras contra el aborto. Llegó a decir que la interrupción voluntaria del embarazo es como “contratar a un sicario para que te resuelva el problema”.

No es la primera vez que el Papa utiliza este tono para condenar el aborto. Hace unos meses, en junio, comparó el aborto selectivo con los crímenes nazis. “¿Vosotros os preguntáis por qué hoy no vemos tantos enanos por la calle? En el pasado siglo todo el mundo se escandalizaba por lo que hacían los nazis para curar la pureza de la raza. Hoy hacemos lo mismo, pero con guantes blancos”, aseguró entonces el Pontífice en un encuentro con familias católicas italianas.

Declaraciones así no son nuevas en la curia romana, su antecesor el Papa emérito Ratzinger dijo, que el sida “no se puede resolver con eslóganes publicitarios ni con la distribución de preservativos”, y que éstos, “al contrario, sólo aumentan los problemas”. “La única vía eficaz para luchar contra la epidemia es la humanización de la sexualidad”, añadió, “una renovación espiritual”, destinada “a sufrir con los sufrientes”. Es decir, abstinencia y oración.Si nos remontamos a los inicios del cristianismo, este empezó a tomar auge desde la proclamación en el siglo IV del emperador romano Constantino, como religión del Estado. Es tal su estructura montada que sobrevivió a la caída del imperio romano, siguió extendiéndose en la edad media y lo sigue haciendo hasta nuestros días. Con una capacidad camaleónica, la iglesia se ha mantenido desde entonces, siempre al lado de los poderosos.

Alguien dijo alguna vez que, “las religiones eran el opio del pueblo”. El Estado es la herramienta de los poderosos para explotar al pueblo trabajador y someterlo. Mediante el Estado los poderosos han utilizado todos los medios para mantener sumisos y complacientes a los oprimidos. No es necesario recordar el papel de la Santa Inquisición en Europa y con los nativos del nuevo mundo, o la posición que tomo la iglesia en España frente a la dictadura del General Franco.

Jorge Mario Bergoglio, con sus declaraciones del derecho a la vida y en contra del aborto, pasa por alto el sufrimiento y la muerte de millones de mujeres en el mundo ocasionadas por el nivel de pobreza en el que viven. Los datos objetivos están a disposición del que quiera: cada año se producen 55,7 millones de abortos en el mundo, un 45% de los cuales (25,5 millones) se realiza sin garantías de seguridad, de acuerdo la OMS y el Instituto Guttmacher de Nueva York (EEUU) en el 2010 y 2014, que también pone los números en el mapa: el 97% de las prácticas inseguras tienen lugar en países en desarrollo de Asia, África y América Latina (!).

Un estudio más reciente, el Abortion Worldwide 2017 Uneven Progress and Access del ya mencionado instituto, indicó que América Latina ocupa el primer lugar como la región con la mayor tasa de aborto: 44 por cada mil mujeres, seguida de África y Asia.

Guttmacher también advierte de los abortos clandestinos: cada año 6,9 millones de mujeres son atendidas por complicaciones derivadas de abortos inseguros. Un 42% de mujeres en edad fértil vive en países en los que el aborto es prohibido o restringido, y que de los 56 millones de abortos inducidos entre el 2010 y 2014, el 45% de los registrados fueron inseguros o muy inseguros (esto, sin tomar en cuenta un monto presumiblemente amplio no registrado por subsistir en la clandestinidad).

Los abortos inseguros son más frecuentes en países donde hay restricciones legales (31%) (la mayoría de ellos ocurre en América Latina) y menos frecuentes en países en los que el aborto está despenalizado y brinda condiciones que favorecen al acceso (1%).
El Papa y su iglesia no atacan a los verdaderos responsables de esa situación, se limita a condenar a las mujeres y acusar a los profesionales de la medicina de nada menos que de sicarios. ¿Quiénes son los verdaderos sicarios de estas mujeres? A la luz de los datos, históricamente se ha oprimido a la mujer con miles de excusas y la Iglesia, sus representantes, han llevado la iniciativa, cómplices como son, de un sistema capitalista, injusto y opresor con los más débiles.