Gran Bretaña : Luchando contra los mentirosos en el poder

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Marzo de 2020

El 11 de febrero, un avión a Jamaica despegó de Londres, con 17 deportados a bordo. El segundo vuelo de deportación desde el escándalo Windrush, en 2018.

La mayoría llegaron a Gran Bretaña hace décadas, con, o llamados por, padres que vinieron para compensar la escasez de mano de obra después de la Segunda Guerra Mundial. Habiendo vivido y/o trabajado en Gran Bretaña desde entonces, tienen derecho a la nacionalidad británica.

Sin embargo, Johnson quería “ser duro con la delincuencia”, y consiguió encontrar a personas nacidas en Jamaica que habían sido condenadas a un mínimo de 12 meses de cárcel. Por lo que fueron calificados como “delincuentes extranjeros”, aun habiendo cumplido penas por sentencias menores hacía varios años, a veces más de una década.

El ambiente antiobrero

Lejos de terminar con las disculpas de May, el escándalo Windrush ha sido reavivado por Johnson, para mostrar lo “duro” que es el primer ministro.

La Ley de Inmigración de 2014 nunca ha dejado de estar en vigor y todavía puede ser utilizada contra los trabajadores inmigrantes, para privarles del derecho a tener un techo, un trabajo o el acceso al Servicio Nacional de Salud y al estado del bienestar.

Además, el nuevo proyecto de ley tiene por objeto ampliar este entorno hostil a los trabajadores de la UE y hacerlo más estricto. Gran parte de ellos estará aún más expuesto a ser chantajeados por sus empleadores, propietarios, etc.

Un “gobierno de peces gordos”

Ahora que ya no necesitan votos, Johnson y su camarilla conservadora pueden darse el lujo de dejar caer algunas de sus mentiras, admitiendo una época de austeridad, aranceles con la UE…

Boris Johnson, jefe del gobierno británico, acaba de anunciar la creación de un sistema de puntos para los trabajadores que deseen instalarse en el Reino Unido. Se necesitarían un mínimo de 70 puntos para obtener un visado. Para tener derecho a esa prestación, habría que saber hablar inglés, tener competencias profesionales particulares y justificar un salario anual de más de 30.000 euros. El gobierno no esconde que quiere atraer a los cerebros más «brillantes», los más necesarios para el funcionamiento de la economía británica. Una demagogia contra los inmigrantes y sobre todo contra los pobres.

Usar como chivos expiatorios a los trabajadores extranjeros y tomar medidas contra ellos, para debilitar a la clase trabajadora, ha sido una parte integral de la política conservadora desde 2010, y lo sigue siendo ahora que sus amos capitalistas están más preocupados por el impacto de la crisis mundial en sus beneficios.

Así que, sí, este es un gobierno que ha declarado la guerra a la clase obrera – un gobierno de mentirosos y un gobierno de peces gordos. ¡Debemos organizarnos urgentemente para la tan necesaria lucha!

Traducido de https://w-fight.org/