China: Del partido de los revolucionarios al partido de los multimillonarios

Imprimir
Julio-Agosto de 2021

Desde el 28 de junio, el régimen chino festeja el centenario del partido en el poder, el Partido Comunista Chino. ¿Cómo puede llamarse comunista una dictadura de multimillonarios que explota ferozmente a la mayor clase trabajadora del mundo?

El PCCh fue fundado en 1920 por un puñado de intelectuales ganados por los ideales de la Revolución Rusa, es decir, por la idea de que el sistema capitalista ya había hecho su recorrido, y que la clase obrera debía luchar por el poder, incluso en un país económicamente atrasado como Rusia o China en ese momento.

Este primer periodo del PCCh terminó en 1927 con una terrible derrota. Miles de trabajadores revolucionarios y militantes comunistas fueron masacrados por los nacionalistas de Chiang Kai_Shek a pesar de que la dirección del partido, obedeciendo las instrucciones de la Internacional estalinista, les había pedido que apoyaran a este general nacionalista.

El partido, o más bien los supervivientes, se dividió en dos: una minoría siguió al líder histórico Chen Duxiu, que seguía las tesis de Trotsky y trató de seguir militando a toda costa en la clase obrera, y por tanto en las ciudades. Muchos murieron bajo los golpes de la represión nacionalista. Otra parte, en la que pronto surgió Mao Tse_ Toung se retiró al campo para intentar construir un ejército revolucionario de campesinos. Mao tardó 22 años en tomar las ciudades y por tanto el poder. Pero por muy azarosos que fueran esos 22 años, llenos de giros políticos, hubo una constante: la clase obrera nunca intervino, jamás el Partido Comunista Chino dirigido por Mao, trató de organizarla, de apoyarse en ella para avanzar hacia la revolución social. Es decir, bajo Mao, el Partido Comunista Chino nunca actuó como un partido comunista. Al ir al campo, al romper con las ciudades y por tanto con la clase obrera, el Partido Comunista Chino se convirtió en un partido nacionalista. Fue un competidor del partido de Chiang, ofreciendo una cara de honestidad frente a un poder corrupto y podrido, pero en el fondo defendía el mismo orden social burgués.

En 1949 Mao entró en las ciudades a la cabeza de los ejércitos procedentes del campo sin ninguna movilización proletaria. El hecho de que el nuevo régimen se volviera temporalmente hacia la URSS se debió mucho más a la actitud de Estados Unidos que a la voluntad de los nuevos dirigentes. En 1972, Mao se reconcilió oficialmente con Nixon, el presidente estadounidense. A partir de entonces, China se abrió con cautela, después con rapidez, al capital de los países imperialistas y acabó teniendo una parte considerable de la producción y los mercados mundiales, permitiendo el nacimiento de una pléyade de multimillonarios y de una multitud de explotadores. Las circunstancias históricas, principalmente el retraso de la revolución mundial debido a la contrarrevolución estalinista, hicieron que la burguesía china creciera bajo el ala de un Estado dibujado como comunista y no bajo la de un Luis XIV o un Cromwell. La inmensidad del país y sus recursos, una vez liberado de sus estructuras medievales, los enormes medios del Estado nacido de la revolución campesina, el equilibrio entre la URSS de los burócratas y el imperialismo, le dieron la posibilidad de imponerse. Sin embargo, comparte con sus predecesores occidentales el honor de haber dado a luz a sus sepultureros, los cientos de millones de proletarios chinos, el mayor ejército de la clase obrera mundial.

Traducido de Lutte Ouvrière