Los fondos europeos: “Bienvenida” mister Europa. Pero, ¿quién paga la cuenta?

Imprimir
Julio - Agosto de 2022

Se está anunciando a bombo y platillo en muchos medios que Europa ya está dando luz verde a 12.000 millones de euros del fondo de recuperación europeo pospandemia para España. Del mismo modo que en la famosa película de los años 50 “Bienvenido Mr. Marshall”, muchos están expectantes; pareciera que el tiempo no pasa.

Tras el desplome que vivieron las economías europeas a causa de la pandemia, la Unión Europea desarrolló un plan de recuperación, el Next Generation EU, conocido como los fondos europeos para la recuperación. Estos fondos que suponían el plan más ambicioso de Europa para contener el desplome de la economía tras la pandemia, incluye 725.000 millones que se dividen casi a partes iguales entre préstamos que debían devolverse y transferencias no reembolsables o ayudas directas como las que ahora se habla para España.

Este pago ahora anunciado, que es el más abultado de los previstos en el plan de recuperación español, se sumará al anticipo de 9.000 millones de euros y el primer pago ordinario de 10.000 millones que España recibió en 2021. Si se hace efectiva esta cantidad, España habría recibido 31.000 millones de euros, aunque la cifra total para España, tras un aumento, será de 77.340 millones de euros. Esta cifra marca que España será uno de los países más “beneficiado” por estos fondos. Pero este “beneficio”, lo vamos a pagar caro.

Desde el gobierno nos dicen que no hay nada que temer, que el dinero europeo va a servir para rescatar a las personas, no a los bancos, como sucedió en la anterior crisis de 2008, dónde la Deuda crecía a un ritmo de vértigo y llegó a ser del 100% del PIB –lo que se produce en el país- en 2014. Esta vez será distinto, continúan diciendo, a pesar de que ahora hay mucho más dinero encima de la mesa.

La presidenta de la CE, Ursula von der Leyen, declaró que España “está mostrando un continuado impulso reformista en áreas políticas clave, como el mercado laboral y la sostenibilidad de las finanzas públicas”. Es decir, Europa está contenta con España y su gobierno que, efectivamente, ha hecho una reforma laboral que no sólo no va a acabar con la precariedad laboral, sino que va a hacer permanentes los ERTEs –por poner solo un ejemplo- para beneplácito de la gran patronal, que eso que se ahorra cuándo quiera despedir por tiempo limitado porque el dinero lo pone el Estado y se ahorran los salarios. Desde Europa también se conmina a España a realizar reformas en las pensiones y los pensionistas no paran de advertirnos, con sus protestas en la calle, que nada bueno están preparando y que lo que quieren es una privatización encubierta del sistema público de pensiones y ya se permite que las empresas hagan pensiones privadas subvencionadas por el Estado. En el caso de España, actualmente, ha sido puesto como garantía de cobro el Fondo Público de Pensiones, si no se pagasen los créditos concedidos (qué parte hay que pagar cual es a fondo perdido). La reforma de las pensiones públicas, como ya hemos dicho, tiene a muchos pensionistas protestando en la calle desde hace tiempo; es un aviso de lo que viene: privatización de las pensiones y financiación adicional con seguros privados, encubriéndolo con la tan usada expresión “colaboración público-privada”.

Aún así, no nos están contando todo; en primer lugar, porque los bancos sí están recibiendo dinero. De hecho, en pleno confinamiento, recibieron 100.000 millones de euros mediante los cuales el Estado a través del ICO (Instituto de Crédito Oficial) se convertía en avalista de la deuda de todas las empresas y autónomos que entrasen en quiebra. Este dinero fue luego ampliado en otros 40.000 millones. Empiezan ahora a salir tímidas informaciones de que los créditos impagados se contabilizarán como déficit público, o sea, una vez más dinero público al servicio del capital.

Y en segundo lugar porque las grandes empresas son las que acapararán las ayudas europeas. El dinero público no va a servir para la sanidad o la educación, o para recuperar los servicios públicos, tan deteriorados, tan faltos de personal, sino que irán a la empresa privada. Estando ahora en fase de concurso, las grandes firmas como Ferrovial, Inditex, Iberdrola o Endesa ya se han apuntado al carro; Endesa fue de las primeras empresas en presentar proyectos, (¡presentó 110 solicitudes!) por un valor de 19.000 millones. También Amancio Ortega solicitó 100 millones para reacondicionar su sede de A Coruña.

Empresas relacionadas con la salud, farmacéuticas y constructoras han llenado sus cajas con el dinero público recibido, mientras los hospitales públicos siguen sin personal, y con los medios a cuenta gotas. Igual ocurre con la digitalización y la economía verde, incluidas en los planes europeos, que será negocio seguro para muchas empresas, a las cuales, mira por dónde, también se apunta Amancio Ortega para modernizar las tiendas de Inditex; uno de los hombres más ricos del mundo no tiene empacho en solicitar ayudas, dinero público y ello, a pesar de que anunciaba el cierre de 300 tiendas.

Los fondos, además de suponer un rescate directo para grades empresas, entre ellas muchas beneficiarias como las eléctricas que vienen enriqueciéndose en medio de una aguda crisis social, suponen un enorme endeudamiento para el Estado a costa de ese segundo bloque de préstamos que el estado deberá devolver a Europa. El rescate a la banca de 2012 fue de 60.000 millones, rescate que no se ha pedido su devolución.

Los 77.000 millones de los nuevos créditos tendrán unas consecuencias aún peores. En Grecia, por poner otro ejemplo, de cómo pagan la deuda, la jornada laboral se aumentó a 10 horas.

La deuda, la inflación…todos los problemas económicos existentes a día de hoy, lo han causado las grandes empresas y bancos, ávidos de beneficios; siempre reclamando rebajas fiscales, ayudas y subvenciones, haciendo recaer su deuda en las espaldas de las poblaciones: así es el funcionamiento normal del sistema capitalista, y es cíclico lo llamen de una manera o lo enmascaren de otra. La clase capitalista todos los días lleva a cabo medidas contra los trabajadores, en una sorda lucha de clases, no por callada, menos real. Con la jornada laboral, el aumento de la precariedad y los ritmos de trabajo, con recortes en los servicios públicos y pensiones quieren hacer pública una deuda que ha servido, más directa o indirectamente, para salvarlos. Porque no es cierto que si al empresariado le va bien, al trabajador también. De hecho, los beneficios de las empresas del IBEX 35 han sido fabulosos, como la propia Botín, declaró en prensa, a la vez que para el mundo del trabajo las condiciones retroceden.

Esta lucha de clases, estos ataques a la clase trabajadora en su conjunto, no va a cesar; se está viviendo en la actualidad con condiciones casi de otro siglo. Entre los explotadores y los trabajadores no puede haber consenso: se trata de hacerles frente y hacer que paguen por todos los desastres económicos, ecológicos y laborales a los que está sometiendo al mundo del trabajo.