La moción de censura: Vox busca protagonismo electoral y la izquierda reformista se queda en el mal menor

Imprimir
Abril de 2023

La moción de censura de Vox contra el gobierno de PSOE y UP ha servido para conocer las distintas estrategias y posiciones partidistas cara al año electoral en el que nos encontramos. No tenía otra función más que aparecer en los medios pues, de antemano, se sabía que iba a fracasar. Vox ha querido mostrarse ante el electorado de la derecha, como un partido que valientemente ataca al gobierno y así distinguirse de la “derechita” cobarde del PP.
Por otra parte, aparecer con Ramón Tamames de 89 años, artífice del pacto de la Transición, antiguo dirigente del PCE, con una ya antigua trayectoria derechizada, les daba el “caché” de defensores de la patria, la Constitución y de la Transición.

Para la extrema derecha, que está perdiendo votos en favor del PP, con una Ayuso que juega a Vox y un Feijoo que lo hace al “centro”, era una oportunidad para reivindicarse. El tiempo dirá si la jugada le ha salido bien o no. Es seguro, después de escuchar a los ponentes, que el octogenario Tamames ha servido de puchimbol para la izquierda parlamentaria lo cual le ha permitido mostrar los rasgos de senilidad del aspirante a presidente y una tribuna pública para reivindicarse el gobierno del “mal menor”.

Tamames y la Transición

Ha sido triste ver a un hombre que perteneció al PCE en los años de la Transición mostrar su decrepitud, defendiendo posiciones históricas propias de la extrema derecha franquista, blanqueando la dictadura de Franco y su genocidio. El argumento de que víctimas hubo en los dos lados, de que la guerra civil empezó con la revolución de Asturias del 34 no se mantienen ya, desde ningún punto de vista historiográfico. Solo lo sostienen aquellos que quieren defender el franquismo y el golpe de estado de los militares genocidas. Pero además en esta diatriba se oculta la verdadera raíz del 36: un pueblo trabajador harto de miseria y opresión que se levanta en revolución contra el golpe militar organizado por los terratenientes, la burguesía, y la Iglesia que temían ser desplazadas de su poder.
Tamames representó, con toda la dirección del PCE, el papel de apagafuegos de la movilización de la clase trabajadora en los años de la Transición a través de los pactos sociales -como el de la Moncloa- y el vergonzoso pacto con los franquistas que exoneró a torturadores y asesinos de la dictadura con la ley de Amnistía, manteniendo a los mismos perros con distintos collares.

La izquierda en el gobierno en su papel de “mal menor”

Por otra parte, la izquierda reformista en el gobierno ha presentado su gobierno y sus actuaciones como progresistas. Pedro Sánchez en su papel de presidente y después Yolanda Díaz como vicepresidente mostraron unidad y se reivindicaron para seguir en sus puestos en la próxima reválida electoral.

Pedro Sánchez ha llegado a afirmar que ha habido un “cambio de paradigma” en la política de la UE, como si las políticas en defensa del capitalismo hubieran cambiado con la cantinela de que la actuación y las medidas han sido distintas a la crisis de 2008. Se pueden utilizar unas medidas u otras, pero el sentido es el mismo: mantener el funcionamiento de un sistema que se basa en los beneficios a costa de la clase trabajadora. Expresiones de esta política son los multimillonarios beneficios de las grandes empresas a costa de los salarios, la precariedad laboral rampante, que la sufren sobre todo los más jóvenes.

No se puede seguir manteniendo que “menos mal que esta izquierda está en el gobierno porque con la derecha sería peor”. Todos sabemos que los gobiernos más derechistas europeos han hecho las mismas políticas en favor de los capitalistas y sólo ha habido medidas sociales mínimas y cosméticas para sostener una situación gravísima en la pandemia y en la crisis económica actual.

En la misma línea triunfalista se expresó Yolanda Díaz, con su lista de medidas adoptadas en el plano social como grandes logros, iguales o parecidas a las adoptadas por otros gobiernos europeos de la derecha como Macrón o Boris Jhonson. Evidentemente no menospreciamos algunas medidas en el plano social como la subida del salario mínimo o la subida a los pensionistas, pero son mínimas. No obstante, muchas de las que se habían comprometido, no las han realizado: la derogación de la ley mordaza, la nueva ley de vivienda digna, la derogación de la reforma laboral del PP.

Además se ha ignorado las graves decisiones de su gobierno en favor del régimen dictatorial marroquí y el abandono del pueblo saharaui, su responsabilidad en la masacre de Melilla, el apoyo al aumento de los presupuestos militares en el marco de una OTAN subordinados a EE UU, etc. Sus políticas respecto a la subida de precios no han servido para nada, bueno para bajar el IVA y mantener los beneficios de las eléctricas, petroleras, bancos, grandes supermercados y todo el Ibex 35. Finalmente, el deterioro de la sanidad pública y todos los servicios públicos es evidente: no hacen más que deteriorarse, privatizarse y externalizarse sin eliminar las leyes impuestas por los socialistas que lo permitían.

La clase trabajadora tiene su propia moción de censura: la huelga y la movilización

La indiferencia generalizada entre la población a pesar de los medios de comunicación no ha sido casual. Todos sabíamos que la moción solo era propaganda electoralista fuera de los problemas reales de la sociedad y los problemas de los trabajadores. La situación de la sanidad y servicios públicos, la de los salarios con la subida de precios, la precariedad laboral, las auditorías a la seguridad social, etc., etc., quedaron fuera de las tribunas de los representantes del gobierno.

Una vez más es necesario reivindicar un programa obrero y de lucha que permita unificar las luchas, desde la sanidad a las pensiones. La verdadera moción de censura de los trabajadores está en la calle, en las luchas. Las últimas movilizaciones por la sanidad pública aquí en nuestro país y las huelgas en Francia por las pensiones, o en Alemania por los salarios, muestran el único camino.