Un 1 de Mayo cargado de razones para la lucha

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Mayo de 2023

Este 1º de mayo existen muchas razones para salir a las calles. No se trata solo de recodar que es un día de lucha de la clase trabajadora. El 1 de mayo de 1886 se produjo una huelga de trabajadores en Illinois (EE.UU.) que duró tres días. Organizaciones obreras y sindicatos reclamaban la jornada laboral de ocho horas que la patronal no cumplía.

Conocidos como «los mártires de Chicago», el 11 de noviembre de 1887 ocho sindicalistas anarquistas, que reivindicaban una jornada laboral de ocho horas, fueron encarcelados y condenados a muerte por los hechos acaecidos el 4 de mayo de 1886 en la plaza de Haymarket, en Chicago.

«Ocho horas para trabajar, ocho horas para dormir y ocho horas para el ocio y la cultura», ésta era la reivindicación de miles de obreros cuando iniciaron una huelga en todas las fábricas de Chicago para exigir a los empresarios una jornada laboral de ocho horas. Pedían que su gremio fuera incluido en la Ley Ingersoll firmada por el presidente Andrew Johnson en 1868 y que establecía una jornada de ocho horas para todos aquellos empleados de oficinas federales y trabajadores de obras públicas, salvo excepciones y en «casos absolutamente urgentes». Pero esta ley no contemplaba a los obreros industriales cuyas extenuantes jornadas eran de más de once horas diarias.

El día 4 de mayo una bomba explosionó causando muertos y heridos entre los obreros y la policía, lo que se conoce como la revuelta de Haymarket. Como consecuencia 8 trabajadores fueron detenidos, tres de ellos fueron a la cárcel y los otros cinco fueron colgados. Ese día se recordará como el día del trabajo o día internacional de la clase trabajadora, en honor a estos trabajadores. Su lucha sirvió para imponer la jornada de ocho horas en las empresas.
Si bien conseguir la jornada laboral de ocho horas supuso una importante conquista para la clase trabajadora en general, no debemos olvidar que hoy día sigue sufriendo la ofensiva de la patronal en múltiples frentes y en numerosas ocasiones ésta cuenta con la pasividad de las organizaciones sindicales.

Las condiciones laborales, los salarios y el paro mayormente son los principales problemas que subsisten y que provocan un retroceso en la calidad de vida del conjunto de la clase trabajadora. Los salarios llevan años retrocediendo mientras los beneficios empresariales han crecido exponencialmente.

Hay que derogar la reforma laboral, que ha sido utilizada como reclamo político por el gobierno de “progreso” y que luego han tirado a la basura.

La prohibición de los despidos es una necesidad que hay que conquistar sin mayor demora. El despido actúa como forma de dominio de la patronal sobre el trabajador, que solo puede sobrevivir vendiendo su fuerza de trabajo. La vende a cambio de someterse a las condiciones laborales impuestas por el empresario a cambio de un salario.

El sistema jurídico en la sociedad capitalista oculta e invisibiliza la realidad de la explotación del trabajo humano por el capital. La explotación obrera es la realidad económica y social del mundo del trabajo. Aproximadamente la mitad de la jornada de trabajo es para pagar el salario, el resto serán los beneficios del capitalista.

Es decir, la clase trabajadora produce más allá del salario que le pagan en su horario de trabajo y este excedente, esta plusvalía o beneficio empresarial, que no aparece en ningún contrato, se lo apropia el empresario, el capital, quedando oculto a la sociedad.

La subcontratación es otra lacra que permite enriquecerse a los empresarios a cambio de bajos salarios y pésimas condiciones laborales.

Un sector puntero como el aeronáutico mueve millones de beneficios gracias a los trabajadores de las subcontratas. Estas empresas están sobre todo en el convenio del metal pagando salarios por debajo del IPC. Le sigue el sector de las telecomunicaciones, el telemarketing y el sector servicios, incluyendo a los “raiders”, en todos ellos las jornadas de trabajo por días o por horas. Hay que denunciar la explotación a la que nos someten a cambio de elevar los beneficios empresariales.

Y mientras las condiciones laborales retroceden en muchos aspectos, estamos sufriendo brutales recortes en los servicios públicos. Éstos responden también al deseo de lucro de una patronal que ve en la salud, la educación o las pensiones un negocio más. Mientras todos pagamos para disfrutar de una sanidad, una educación pública, los sucesivos gobiernos han venido aplicando recortes para beneficiar a determinados grupos de empresas y a la banca.

Estos buitres se alimentan de los recortes y quieren aprovechar la falta de inversión pública para ofrecer unos servicios que ahora mismo son públicos y gratuitos porque ya lo pagamos, en servicios privados a cambio de dinero. El ejemplo lo tenemos con Ayuso en Madrid y con Moreno Bonilla que está haciendo lo propio en Andalucía. Contra ello hay que salir a las calles
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Con el aumento de la edad de jubilación nos están imponiendo un retroceso social que nos venden como única salida para el sostenimiento del sistema público de pensiones, a la par que es una traba para no crear nuevos empleos. Pero detrás están los intereses de los fondos privados, deseosos de obtener el negocio de los seguros de pensiones. Para evitar el infraempleo entre los jóvenes y amplias capas de la población y para combatir el paro es preciso crear empleo público, repartir el trabajo entre todos los trabajadores sin bajar los salarios. Solo así se podrá llevar adelante un sistema verdaderamente público que garantice las pensiones y permitiendo la jubilación a los 55, a los 50 o incluso antes. Son esos nuevos empleos y no los fondos privados, los que mantendrán los empleos y las pensiones de mañana y eso hay que gritarlo y defenderlo.

Así que este 1º de mayo lo que sobran son motivos. No solo se trata de un día para recordar, se trata de poner en práctica la protesta masiva contra los ataques a los medios de vida que venimos sufriendo. Tenemos el deber de salir a las calles y gritar ¡Basta al robo social del trabajo, al robo en los salarios y en las pensiones! Nos quieren quitar servicios públicos que ha costado años y sacrificios a generaciones enteras. Por todo ello tenemos el deber como trabajadores de defender lo que tanto trabajo costó construir y recuperar nuestro papel decisivo en la sociedad.