Testimonio de una trabajadora de la empresa pública de Correos sobre las condiciones de trabajo que impuso la dirección el día 28 de abril, durante el apagón eléctrico en España.
Apagón nacional y caos en todas partes. Ante una situación que se puede entender perfectamente como fuerza de causa mayor para suspender la actividad laboral, Correos obliga a trabajar a los agentes de clasificación de los CTA, clasificando a mano en varios puntos del país. Como Valencia, Málaga y Granada.
El caso más escandaloso se puede decir que es el de Sevilla. ¿Por qué?
Porque en un primer momento, se les comunicó a los pocos trabajadores que habían llegado del turno de las 14:30h que debían firmar pero que no podían acceder al puesto de trabajo porque no se cumplían las condiciones de seguridad necesarias. Así que, a esperar fuera mientras iban llegando a cuentagotas el resto de trabajadores.
Más tarde, sobre las 16:00h llegó la mano derecha del director del CTA. En la reunión que convocó vino a decir que no existen protocolos para estos casos, que estaba lógicamente incomunicado como el resto y que no se podía poner en contacto con su superior. Así que, no podía darnos instrucciones, salvo que no se podía entrar a trabajar porque en la nave no había condiciones de seguridad (visibilidad nula, sin aire acondicionado, sin cámaras de vigilancia…) y además añadió que a nadie se le ocurriera encender una máquina. De risa, porque ¿con que luz se va a encender nada?
Pero, también nos dijo indirectamente que no nos podíamos ir. Suponemos que estaría esperando a que la luz volviera al poco rato y que entonces se pudiera entrar a trabajar. Todo ello cuando la radio ya había informado de que la luz tardaría en restablecerse en todo el país entre seis y diez horas. Sus palabras concretamente fueron que aquello no era una cárcel, que nos podíamos ir cuando quisiéramos… pero que allí solo se firmaba a la hora de salida…
Así que, no dejaron entrar a los trabajadores que llegaron tarde para firmar porque no se veía bien. Ni siquiera se permitió el paso para beber agua de la fuente. La tarde va pasando tranquilamente mientras hacemos vida social.
19:30h -19:45h. Tras una reunión con una de las jefas gordas, de la que nadie sabe el nombre pero a la que todo el mundo reconoce porque siempre que accede a la nave lo hace sin ponerse el chaleco amarillo ni las botas de seguridad; la primera irregularidad que se comete es abrir los portones de los muelles a la fuerza, a base de empujones. Y, una vez que había algo de luz natural, solicitar a los compañeros que el que quisiera podía entrar a repartir los paquetes de Amazon a mano… voluntariamente.
20:00 h Lo que era voluntariamente al principio luego se convirtió en un “todos para dentro ahora mismo”.
20:30 h Está cada vez más oscuro. La coordinadora, la que se pasa por alto el chaleco amarillo y las botas de seguridad, ordenó que se abrieran las puertas de emergencias que están conectadas con Madrid sin avisar previamente a los compañeros de seguridad, todo para que para que entrara algo más de luz natural.
21:00 h No se veía absolutamente nada, nos echan a todos para casa. No se localiza la hoja de firmas. Sacan dos folios en blanco para que pongamos nombre y apellidos y tenemos que utilizar la luz de las linternas de los móviles.