El alza del crudo y los trusts del petroleo

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Enero, febrero y marzo de 2001

La subida del precio de la gasolina que provocó manifestaciones de protesta en la mayoría de los países europeos, al iniciarse el otoño, no fue un trueno en un cielo despejado. Fue el resultado de un largo proceso a fin de realzar los cursos internacionales del petróleo, proceso que se inició en los primeros meses del año 1999.

En febrero de dicho año, la cotización del barril de crudo cayó por debajo de la barrera de los 10 dólares en todos los mercados internacionales de materias primas. Jamás había resultado tan barato el petróleo desde 1986, aunque pocas ocasiones tuvimos los consumidores de enterarnos, pues es obvio que el precio de los carburantes en la gasolinera siempre refleja las subidas pero muy pocas veces los recortes del petróleo a la producción.

De febrero de 1999 a finales de agosto de 2000, fecha en la que el curso del barril ha alcanzado, al menos por ahora, su nivel más alto, justo por debajo de los 35 dólares, ha subido pues un 250% en el plazo de 18 meses. Claro que no es la primera vez que se produce un aumento tan brutal del curso del petróleo. Así fue cómo vimos el curso del petróleo subir el 368% en 12 meses, en 1973-1974, y luego otra vez el 178% en dos años, en 1979-1981. Los comentadores de la burguesía hasta les pusieron un nombre a aquellos sobresaltos del mercado petrolífero, el de "choque petrolero"- denominación con segundas intenciones puesto que les permitía imputarle la crisis del sistema capitalista al petróleo (y sobre todo a los países productores), como si el petrolífero fuera un mercado aislado, independiente del resto del mercado mundial.

Por el momento, la actual crisis petrolera se ubicaría entonces, en términos de amplitud, entre los dos " choques petroleros ". Pero en todos los demás aspectos, presenta casi las mismas características - trátese de " los culpables " que se le señalan como tales a la vindicta popular de los países ricos (los países productores del Tercer Mundo y particularmente los de la OPEP), trátese de la " penuria " de petróleo presentada como primera causa del alza de los cursos, o también trátese de la preparación psicológica de la opinión pública para un encarecimiento próximo del coste de la vida, y más globalmente para un empeorecimiento de la situación económica de las clases trabajadoras, del que la opinión debería hacer único responsable del alza de los cursos petroleros.

Es de plantearse el problema de saber pues si los mecanismos que acarrearon los anteriores " choques petroleros " son efectivamente de misma naturaleza que los que hoy están obrando - y en particular si los trusts del petróleo siguen desempeñando el mismo papel decisivo.

Los paises productores, victimas propiciatorias de los trusts

¿Cómo se caracterizaron entonces los anteriores "choques petroleros"? Hay que recordar que tanto en 1973 como en 1979, la prensa y gran número de políticos occidentales propalaron invectivas en contra de los países productores de la OPEP, y más particularmente en contra de los países árabes, invectivas que por lo demás a veces bordeaban el racismo anti-árabe, acusándoles de "accorralar a los países occidentales" para imponerles su ley. Pero en los hechos, aunque en 1973 sí que decretaron un boicot en contra de los países occidentales que adoptaban claramente el partido de Israel cuando la guerra de Kippur, apenas se aplicó y no duró mucho.

Tan sólo puede decirse que en aquellas dos ocasiones los países miembros de la OPEP procuraron aprovechar una situación que, por una vez, les favorecía, para obtener una subida de los precios petroleros limitando, con más o menos eficacia por cierto, su producción petrolífera. Para colmo de ironía, fueron los mayores partidarios del mercado capitalista, o sea de la ley de la selva como modo de organización económica, quienes tuvieron el descaro de reprocharles a aquellos países el querer aprovechar una relación de fuerzas un tiempo favorable. ¿Pero en nombre de qué podían reprocharles a unos países productores cuyo petróleo era -y sigue siendo- prácticamente el único recurso, el que quisieran sacar el mayor provecho?

Además en 1971, el barril de petróleo había perdido el 40% de su poder adquisitivo en dólares en comparación con 1948, y eso sin ni siquiera tener en cuenta el empeorecimiento de los términos del intercambio a costa de los países pobres, lo cual es una constante del mercado capitalista. Los países productores del Tercer Mundo tenían todos los motivos por querer recuperar el terreno perdido, cosa que hicieron en cierta medida en 1973. Sin embargo, los años que siguieron estuvieron marcados por una subida internacional de la inflación, incluso del dólar, que no tardó en erosionar lo que se ganó en 1973. De modo que las subidas de las tarifas efectuadas a partir de 1979 fueron ante todo una nueva tentativa en vistas de recobrar el terreno perdido.

Pero ni en 1973, ni en 1979, fueron los países de la OPEP los verdaderos artífices del alza del petróleo. Esta última fue deseada, preparada y dirigida por la única fuerza que tenía un monopolio real sobre el petróleo mundial - el cártel de los trusts petroleros, las siete " hermanas " o " majors "- como se les llamaba entonces.

Acaso el movimiento de nacionalización de las actividades petrolíferas, que se fue generalizando a todos los países de la OPEP tras impulsarlo Argelia en 1971, podía parecer haber reducido el poder de los trusts en dichos países. Pero en realidad, no era cierto. Además, el mismo hecho de que unos regímenes tan poco avasallados al imperialismo en general y a los trusts petrolíferos en particular como el del shah de Irán, o los de las monarquías reinantes de Arabia Saudí y de Kuwait, hubiesen participado de dicho movimiento, ponía de manifiesto que los trusts salían ganando. Porque, en la mayoría de los casos, los trusts negociaron su cuota en las petroleras nacionales de aquellos países a cambio de contratos de abastecimiento a largo plazo (a veces por varias décadas) asegurándose el control de gran parte de la producción petrolífera bajo condiciones comerciales y fiscales ventajosas. No sólo les permitió que los Estados de esos países pobres cargaran con una parte del coste de las inversiones necesarias, sino que además, enseguida pudieron cobrar de esos países por llevar a cabo ellos mismos operaciones de prospección o de explotación.

Las " Majors " en las precedentes crisis

En los hechos, los países de la OPEP permanecieron atados de pies y manos frente al cártel de las " majors ". Porque de todas formas, éstas lo controlaban todo - desde las tecnologías y el equipo necesario para la prospección y la extracción hasta los medios de transportes, de tranformación y de comercialización del petróleo. De la buena voluntad de los trusts dependían los ingresos petrolíferos de aquellos países y entre sus dirigentes muy pocos se hubieran arriesgado en enfrentarse directamente con las " majors ".

Si los países productores pudieron aumentar sus ingresos petrolíferos a raiz del alza de los precios del petróleo durante los dos " choques petroleros ", fueron ante todo las " majors " las que fomentaron e impusieron dichas alzas.

Efectivamente, mientras se contentaron los trusts con explotar el petróleo de los países del Tercer Mundo, en los que la relación de fuerzas les permitía imponer costes de producción bajísimos, podían mantener sus beneficios, incluso teniendo como base un curso petrolífero relativamente bajo. Pero en cuanto querían explotar las reservas petrolíferas de otras regiones, en particular en los países industrializados, debían soportar las consecuencias de la baja tendencial de la tasa de ganancia.Los yacimientos del Mar del Norte o del Golfo de México precisaban inversiones considerables y los costes de producción eran mucho más altos. El único modo para los trusts de extender su actividad a esos sectores manteniendo a la vez la tasa de ganancia era el imponer una subida importante de los cursos petrolíferos. Y eso hicieron, tanto en 1973 como en 1979.

En aquella operación, las " majors " se beneficiaron del respaldo interesado del Estado norteamericano. Porque los dirigentes de Washington vieron en ello la ocasión para que se recuperara el nivel de producción petrolífera norteamericana, dificultada desde hacía mucho tiempo por unos costes de explotación elevados que la hacían poco rentable y a menudo deficitaria.

Por lo general, los dos " choques petroleros " no beneficiaron sólo a los trusts del petróleo. El conjunto de los trusts imperialistas salieron ganando. Porque, en lo esencial, los ingresos petrolíferos suplementarios de los países productores recobraron el camino de los países imperialistas, bajo la forma de pedidos estatales - de armas en particula-o también bajo la forma de los famosos " petrodólares ", es decir de inversiones en las plazas financieras occidentales.

¿ Una amenaza de " penuria " ? no por parte de la OPEP desde luego

En septiembre de 2000, los medios de comunicación occidentales volvieron a entonar la misma canción que en 1973 y en 1979. Según ellos, el disparo del curso del petróleo era la consecuencia de un recorte voluntario de la producción petrolífera de los países de la OPEP, recorte que amenazaba de " penuria " al mundo occidental. De nuevo, era el " cártel " de los países productores el que pagaba el pato.

Ahora bien, la OPEP sí que ha demostrado su incapacidad para ejercer el papel de "cártel" que se le otorga, e incluso para desempeñar el papel esencialmente defensivo por el que se creó en 1960 el de impedir que las multinacionales imperialistas agraven el pillaje de los recursos naturales de los países productores enfrentándolosunos contra otros.

Dicho fracaso puede medirsede dos modos. Una primera medida nos la proporciona la evolución del poder adquisitivomedio en dólares del barril de petróleo : en febrero de 1999, éste cayó por debajo de su nivel de antes de la crisis de 1973 y hoy permanece por debajo del nivel que alcanzó durante todo el periodo 1974-1985. Y también habríase de tener en cuenta que los países de la OPEP suelen vender su petróleo un precio inferior al del mercado. A pesar de todos sus esfuerzos, los países de la OPEP ni siquiera han logrado impedir que bajara el poder adquisitivo de su principal fuente de ingresos.

Otra medida del fracaso de la OPEP está en la evolución relativa de sus exportaciones petrolíferas. Según cifras publicadas por "El Mundo Diplomático", entre 1974 y 1997 el valor nominal en dólares de las exportaciones petrolíferas de la OPEP ha subido el 41% mientras que, en la misma temporada, el valor del conjunto de las exportaciones en el mundo aumentaba el 600%. De modo que en 1997, año que resultó todavía relativamente fasto para el mercado petrolero, las exportaciones de la OPEP no representaban más que el 2,9% de las exportaciones mundiales en comparación con los 14,4% de 1974, a pesar del incremento en volumen de dichas exportaciones. Por eso, al no ser ni mucho menos un "cártel" capaz de imponer su ley al resto del mundo, el peso económico de la OPEP no dejó de disminuir durante aquel periodo. Hasta tal punto que en el transcurso de aquel mismo año 1997, el valor de las exportaciones petroleras de la OPEP, con una población de casi 500 millones de habitantes, ¡ni siquiera alcanzaba el de las exportaciones de un país como Bélgica que apenas supera los 10 millones!

En cuanto al alza actual del precio del petróleo, es difícil imaginar cómo los países de la OPEP hubieran sido capaces de fomentarla hoy, cuando ni siquiera han logrado evitar perder terreno durante todo el periodo anterior. Además, basta con recordar el desarrollo de los acontecimientos a partir de 1997, año en que se inició el desplome de los cursos petroleros, para convencerse de ello. Tan sólo a partir del segundo trimestre de aquel año, en efecto, aparecieron signos precursores de lo que iba a ser la crisis financiera del sudeste asiático. Los pedidos petrolíferos por parte de esa región, importante cliente de Oriente Medio, empezaron a disminuir, acarreando una baja todavía limitada de los cursos del petróleo. Al sentir que asomaba el peligro, algunos países de la OPEP, entre ellos Venezuela, rebasaron en iniciativa propia los cupos de exportación en los que se habían comprometido para tratar de compensar la caída de los cursos por medio de un aumento de la producción. En noviembre de 1997, la reunión de la OPEP en Yakarta decidió admitir aquellos rebasamientos de cupos que no había sido capaz de impedir, para evitar una desbandada general en la misma OPEP y para mantener cierta cohesión. Y así fue cómo la producción total autorizada por la OPEP aumentó mientras la demanda de petróleo hacia el sudeste asiático iba disminuyendo. De ahí que los cursos bajaran un tanto más.

En 1998, la caída del curso del barril se aceleró aún más a raiz de la debilitación económica del sudeste asiático relacionada con la agravación de la crisis financiera. Dos veces intentó la OPEP intervenir limitando la producción de sus miembros muy por debajo del nivel que alcanzaban a principios de 1997, con la esperanza de que un descenso del volumen de petróleo ofrecido en el mercado haría que se recuperaran los cursos. No lo consiguió, y además algunos países de la OPEP, acorralados, entre los cuales los más pobres (Nigeria e Indonesia), enseguida empezaron a rebasar las limitaciones.

La caída de los cursos duró hasta febrero de 1999 cuando, al final, sin que la OPEP tuviera nada que ver con ello, los cursos fueron recuperándose. En marzo, para consolidar esa tendencia, la OPEP decidió otro recorte de producción, y continuaron subiendo, hasta derrumbarse y volver a dispararse en agosto, de nuevo sin que interviniera para nada la OPEP. El año siguiente fue una larga serie de zigzagues brutales de los cursos, alcistas sin embargo.

Lo que parece significativo es que en este último periodo, ni la decisión que tomó la OPEP en marzo de 2000 de adoptar un mecanismo automático de reajuste de los cupos en caso de que el curso del petróleo se saliera de una horquilla situada entre los 22 y los 28 dólares el barril, ni las cuatro aumentaciones de las exportaciones decididas a partir de esa fecha parecen haber afectado en nada la evolución de los cursos.

En estados unidos : los trusts y la penuria de productos refinados

Si el verdadero problema hubiese sido el de una penuria de crudo en los países occidentales, no les hubiera costado mucho a las grandes potencias remediarlo. Al fin y al cabo, entre sólo cuatro países industrializados Estados Unidos, Canadá, Noruega y Gran Bretaña- se produce el 25% del petróleo mundial y apenas más de la tercera parte en los países de la OPEP. Y si los países de la OPEP no suelen disponer de los medios materiales para aumentar rápidamente su producción, a esos cuatro países ricos no les faltan, y poseen además un gran número de explotaciones, tanto en Estados Unidos como en el Mar del Norte (cuya producción había sido suspendida en el periodo de derrumbe de los cursos, aguardando mejores tiempos) que todavía no han vuelto a activar.

En realidad la única medida que tomaron los dirigentes de esos países fue, en septiembre, la decisión del gobierno norteamericano de vender cada día 330 000 barriles de petróleo sacados de las reservas estratégicas norteamericanas, y aquello durante 90 días, o sea apenas el 9% (pero sólo durante 90 días) del incremento productivo decidido por la OPEP en el transcurso del año, o también el 5% de la producción norteamericana. Al ser dirigentes políticos los que se mostraban tan vindicativos en sus ataques contra la " penuria " orquestada por la OPEP, lo menos que se pueda decir es que carecían de convicción a la hora de contrarrestar esa pretendida penuria. Y por supuesto los trusts no hicieron nada por ayudarles en ello.

Al contrario, esas mismas multinacionales provocaron una penuria de productos refinados fuel y gasolina esencialmente- en el mercado norteamericano, como resultado de la políticade concentración y de reducción de los costos que llevaron en la esfera del refino a lo largo de los años 1998-1999.

Esa vez también fueron esencialmente las " majors ", o sociedades relacionadas con ellas de manera más o menos oculta para escapar de la ley anti-monopolio, las que llevaron las cosas. Su política ha dado lugar a una multiplicación de cierres de refinerías, facilitados por la decisión de Clinton de introducir nuevas normas de contaminación en la gasolina. Dicha decisión ha favorecido a los grandes del refino, los únicos capaces de efectuar las obras de transformación necesarias para permitir sus instalaciones con las nuevas normas, mientras que muchas de las refinerías de menor magnitud se veían obligadas a cerrar.

Mientras tanto, la disminución de los costes se hacía mediante una reducción drástica de las existencias. Así fue cómo a fines de 1999, las existencias de petróleo crudo cayeron en su nivel más bajo desde varias décadas, representando el equivalente de 47 días de consumo por 56 el año anterior y un promedio de 67 en los años 1970-1980. De modo que desde enero de 2000, Estados Unidos han conocido una penuria de fuel doméstico, que enseguida se ha traducido por el disparo de los precios. Luego, a partir de junio, se han producido penurias locales de carburante de automoción, hasta tal punto que en algunos casos, como en Saint-Louis, las autoridades federales han autorizado la suspensión provisional de algunas normas de "limpieza" de la gasolina, seguramente porque preferían la cólera del lobby ecologista a la ira de los automovilistas, que ya estaban enrabiados de pagar una gasolina cada vez más cara.

El papel de la especulacion sobre el petroleo

Algunos expertos, aunque bien dispuestos para con el sistema, consideran hoy que el disparo del petróleo crudo se debería principalmente a esa penuria artificial de productos refinados en el mercado norteamericano, combinada con la política de flujos tendidos de los refinadores que reduce las existencias de crudo al mínimo y a la escasez de capacidad de la flota petrolera mundial fenómenos que además arraigan todos de lo mismo, de la falta de inversiones. Y la correa de transmisión que hubiera transformado aquellos desequilibrios en disparo de los precios en el mercado del crudo sería la especulación financiera.

Por lo tanto, en un informe dedicado a la energía publicado en septiembre, el periódico "Financial Times" apuntaba que, en el mercado del petróleo, "ha aparecido un grado sin antecedentes de irracionalidad que hace inútilun análisis normal de dicho mercado. Los negociantes en petróleo líquido no logran encontrar ninguna penuria al evaluar la situación de los mercados energéticos en el mundo, pero en los mercados a término del petróleo, en Londres y en Nueva York, una exuberancia que carbura con psicología domina el mundo virtual del petróleo-papel".

Y en efecto, se especula en el petróleo como en todas las materias primas. Y además no es nada nuevo. Ha sido la existencia de esos especuladores dispuestos a tomar riesgos financieros apostando por las variaciones de los cursos petroleros en un sentido o en otro, lo que ha permitido desde hace mucho tiempo a los negociantes en petróleo real procurar protegerse contra las fluctuaciones imprevistas en el mercado, por ejemplo durante el tiempo del transporte de un cargamento de un lado a otro del planeta.

Hasta los años 80, los mercados financieros del petróleo tenían una importancia sobre todo regional. Las transacciones internacionales se realizaban esencialmente por medio de contratos a largo plazo, a menudo hechosentre los estados y las "majors", que definían de antemano modalidades asegurando la estabilidad de los precios por la duración del contrato. Y un gran número de dichos contratos estipulaban como sigue siendo el caso hoy por hoy para los contratos de venta consentidos por Arabia Saudí, por ejemplo que el cargamento vendido no podía volver a venderse bajo la forma de petróleo crudo sino a un refinador previamente designado. De modo que el volumen de petróleo que manejaban los negociantes intermediarios era relativamente bajo respecto al volumen global de la producción. La plaza de Londres servía esencialmente para los negociantes que operabanen Europa a partir del puerto de Rotterdam y definía el nivel del índice referencial, el precio del barril de Brent. Igualmente, la plaza de Nueva York servía para los negociantes que obraban en el mercado norteamericano y definía otro índice, llamado WTI o West Texas Intermediate.

Desde aquella época, han cambiado muchas cosas. El desarrollo del petróleo del Mar del Norte ha transformado la plaza de Londres en una plaza internacional en la medida que ese petróleo se exportaba en gran parte del mundo. La multiplicación de los países productores del Tercer Mundo demasiado débiles para imponer cualquier condición a las "majors" ha permitido a estas últimas vender su mercancía al mejor postor de manera más sistemática y más abierta, y el volumen de petróleo que así se ha negociado fuera de los contratos a largo plazo ha subido considerablemente. Por fin, el incremento de la especulación financiera de los años 90 se ha traducido por la disponibilidad de un caudaloso capital flotantedispuesto para verterse en los mercados petroleros a término con tal que se pongan a presentar perspectivas de ganancias rápidas. Es de notar también que las "majors" no han sido las últimas en tratar de aprovechar la situación y sus fondos considerables para jugar con el petróleo de los demás.

Sea lo que sea, ha bastado con que los cursos del petróleo empezaran a reaccionar a las subidas de tensión entre EE.UU e Irak en el periodo posterior a la Guerra del Golfo, para que se arrojara ese capital flotante procurando sacar provecho de esa inestabilidad. A partir de 1998, hemos asistido a la formación de una verdadera burbuja especulativa que sin duda, en un primer tiempo, ha acelerado la caída de los cursos, antes de acelerar su subida a partir de marzo de 1999, anticipando así un alza de los cursos por la que todo el mundo estaba dispuesto a apostar. Y la penuria de productos en el mercado norteamericano al inicio de este año no ha sino exasperado esa anticipación. Hasta tal punto que, según Philippe Trépant, presidente de la Unión Francesa de Industrias Petroleras, citado hace poco en la revista francesa "l'Expansion", "hoy por hoy, el mercado-"papel" del petróleo se establece en6 billonesde dólares, mientras que el mercado "físico" está en 800 mil millones. Todo parece como si, añade, antes de llegar a su destino un cargamentose intercambiara ocho veces". No es entonces de extrañar que semejante olaespeculativa haya podido fomentar unos movimientos de los cursos de tal envergadura, incluso fuera de las condiciones reales de la producción.

Las "Majors" frente a la explosion de los cursos

Las "majors" no sólo han favorecido la explosión, por ejemplo al organizar la penuria de productos refinados en el mercado norteamericano, sino que más que todo se han preparado para sacar el mayor provecho posible de esa explosión.

Pero ante todo ¿quiénes son esas "majors" hoy en día? De las siete que había en los años setenta, no quedan más que cinco : Exxon-Mobil, BP-Amoco-Arco, Shell, TotalFinaElf y, la última todavía en vías de formación, Chevron-Texaco. Pero como lo indican sus denominaciones, estos trusts son todos, excepto Shell, el resultado de una serie de fusiones y de adquisiciones recientes. En realidad, estos cinco gigantes agrupan nada menos que 17 compañías que todavía eran independientes hace dos años o menos.

Los años 1998-1999 presenciaron en efecto una ola colosal de concentración en el petróleo. Es cierto que fue el caso en prácticamente todos los sectores de la economía. Pero el hecho fue tanto más destacado en el petrolífero cuanto que ya era uno de los sectores más concentrados, en el que no había habido concentraciones importantes desde 1984.

Fue prácticamente al estallar la crisis financiera del Sudeste asiático cuando las "majors" empezaron a reconsiderar sus políticas de inversión. A partir de finales de 1997, los programas de prospección se han revisado a la baja o se han abandonado ; los proyectos de puesta en explotación han sido aplazadosparticularmente ahí donde los costes de producción eran más elevados, es decir en los países occidentales ; y se ha limitado el uso de las instalaciones menos rentables o se han cerrado, en el Mar del Norte y en EE.UU, entre otros sitios.

Una cosa era que los estados mayores de los trusts protegieran sus ganancias contra la caída de los cursos petroleros que amenazaba. Pero otra era que se preparasen a su futura recuperación.Por ello, precisaban mantener, y si posible aumentar, las reservas de petróleo explotables que controlaban sin que por lo tanto se inmovilizara el capital considerable necesario para las operaciones de exploración y para los sondeos. Aquella necesidad fue el punto de arranque para una oladefusionesy de adquisiciones que se inició en 1998 por la absorción del grupo norteamericano Amoco por la "major" británica BP. Tales operaciones permitían ahorros de escala (es decir en gran parte la reducción de las plantillas) importantes y creaban grupos aún más potentes, capaces de perturbar la jerarquía que existía entre las "majors". Pero sobre todo, permitían al adquiridor apoderarse las reservas productivas de su presa sin tener que hacer las inversiones que correspondían. Y eso tanto más cuanto que la superabundanciade capital en los mercados financieros permitió finanzar la mayor parte de aquellas adquisiciones por la emisión de nuevas acciones o sea sin mermar el botín de guerra de las "majors" ni su futura capacidad de inversión.

Esa ola de fusiones, al ser iniciada, no podía sino extenderse ya que, en la rivalidad que les oponía, ninguna de las "majors" quería encontrarse en el último rango del cártel. Y por eso esa ola prosiguió mucho tiempo después de la recuperación de los cursos, hasta el reciente anuncio de la absorciónde Texaco por Chevron en octubre de 2000. Y no se sabe si no persistirá puesto que Shellno oculta que anda buscando socios que puedan ayudarle a recuperar la ventaja que le tomó BP-Amoco.

Ahora bien, la recuperación de los cursos petroleros, a partir de marzo de 1999, no se ha traducidosin embargopor un aumento de las inversiones de las "majors" excepto en un caso, pero es significativo, el de la adquisición por las "majors" de los derechos de explotaciónde reservas conocidas. Sin embargo, las inversiones en la fase de producción han seguido disminuyendo, hasta tal punto que a finales de 1999 el número de pozos en actividaden el mundo cayó en 32 000 por 52 000 a principios de 1997. Lo mismo ocurrió en el sector de la exploración de modo que, en los países industrializados de la OCDE, las reservas de petróleo conocidas cayeron un 20% con respecto al año anterior, y un 11% en los países productores del Tercer Mundo no pertenecientes a la OPEP.

Y eso que a partir de 1999, todas las "majors" han registrado un aumento importante de sus ganancias gracias a la recuperaciónde los cursos petroleros. Y ese aumento se confirmó en 2000 puesto que en los seis primeros meses del año, el incremento de los beneficios con respecto al año anterior alcanzaba el 116% para Exxon-Mobil, el 198% para BP-Amoco, el 120% para Shell, el 165% para TotalFinaElf y el 120% para Chevron-Texaco.

De paso, cabe decirque si las multinacionales sacan beneficios de todas las actividades petroleras, sea el transporte (en ese sector los beneficios se deben en gran parte a las reducciones de costos ilustradas por el naufragio del Erika, el petrolero que se hundió cerca de las costas francesas), el refino y la fabricación de productos derivados, o también la comercialización de productos refinados, también es con la producción de petróleo con lo que las "majors" sacan la mayor parte de sus ganancias. En efecto, según sus propias cifras, los trusts realizan el 80% de sus ganancias a la producción, que sin embargo no representa más que el 20% de sus ingresos. Teniendo en cuenta incluso las manipulaciones de los balances que pueden efectuar los trusts por motivos fiscales, esa diferencia enorme muestra lo ínfima que resulta la parte que se les deja a los países productores. En vez de hablar de la codicia de los países productores como lo hacen los medios de comunicación, tendría que hablarse de la de los trusts.

Pero incluso con tales beneficios, apenas se empieza a notar el inicio de un cambio de rumbo, muy tímido además, en la política de las "majors" en materias de inversiones. En EE.UU por supuesto, donde se han reactivado gran número de pozos (cuya actividad habían limitado en el periodo anterior) dado que, en la base del nuevo curso del petróleo, volvían a ser rentables pero aún se trata sólo de escasas inversiones. Sin embargo, BP-Amoco ha anunciado su intención de poner en explotación el "champ Clair", un sector del Mar del Norte que se sabe desde hace veinte años que es el más rico jamás descubierto hasta ahora, pero también el más caro en poner en explotación lo cual explica que permanezca sin tocar. Pero el anuncio de BP sigue siendo una excepción. Por su parte, por ejemplo, Exxon-Mobil advirtió enabril de 2000 que no pensaba incrementar sus inversiones con respecto a 1998.

Y de todas formas el principal sector de inversión de las "majors" sigue siendo la compra de las reservas y explotaciones petroleras de los demás, bajo la forma de tomas de participación o de constitución de"joint ventures", en particular en los países de la Ex Unión Soviética y en China.

Queda claro que las "majors" no deseanapostar por lacontención de los cursos petroleros en el nivel actual ni arriesgarse en hacerlo bajar aumentando inconsideradamentela producción. Pero no es de extrañar : ¿no está precisamente basada su posición de monopolio en el mantenimiento de cierta penuria?

Los trusts estrechan su dominio sobre los países pobres

En cambio,lo que se va concretando a través de la crisis petrolera actual, es una agravacióndel pillaje de los países productores de petróleo del Tercer Mundo por parte de los trusts petroleros.

Tras la Segunda Guerra Mundial, tardaron tres décadas estos países en obtener de los trusts petroleros que consintieran renunciar al poder casi colonial que ejercían sobre sus recursos naturales, sus economías y muy a menudo sobre sus regímenes políticos. En los años 1950-1960, tanto en Oriente Medio como en Africa del Norte o en el Sudeste Asiático, ese poder de los trusts del petróleo fue en gran parte lo que se jugó en los numerosos conflictos en los que el imperialismo intervino, abiertamente con toda su potencia militar (Gran-Bretaña en Palestina y en Malasia, Francia en Argelia) o entre bastidores (Irán e Irak en los años cincuenta).

En la mayoría de los casos, la descolonización y la retirada militar voluntaria de los ex-colonizadores tan apenas modificaron la situación heredada del periodo anterior. Sólo fue en los años setenta cuando algunos de estos países, en particular de Oriente Medio, pudieron obtener de los trusts algunas concesiones, en primer lugar haciéndoles aceptar que pagaran impuestos, y después poniendoel conjunto de las explotaciones y recursos petroleros situados en su territorio bajo control de sociedades estatales. Los trusts lo permitieron, no sin regatear por supuesto, en parte porque la inestabilidad política de Oriente Medio excluía el retorno a la políticadel cañón pero sobre todo porque gracias a las condiciones que exigieron en contrapartida, esas concesiones no mermaron sus ganancias.

No todos los países productores obtuvieron tales concesiones o pudieron sacar un gran provecho de ellas. Los más pobres permanecieron sumisos a la dictadura abierta de los trusts, como Gabón con TotalPetroFina. En otros, como Nigeria, las nuevas compañías petroleras nacionalizadas no desempeñaron un papel importante, tan sólo el de vehículo utilizado por los trusts para corrumpir las camarillas que estaban en el poder. Pero en algunos países productores de Oriente Medio, en el Sudeste Asiático o en Suramérica, la nacionalización del petróleo permitió al menos contener el pillaje de los recursos naturales por las "majors" en ciertos límites, lo cual permitió a dichos países asegurarse una parte más importante de ingresos en sus exportaciones petroleras.

Ahora bien, precisamente es lo que está puesto en tela de juicio desde 1998 a raiz del empobrecimiento de esos países productores.

En efecto, esos países ya no son los ricos exportadores de petrodólares de los que se hablaba en los años 1970-1980. La baja del poder adquisitivo del petróleo los ha afectado a todos. Se valora que en 1998-1999, los países de la OPEP perdieron 82 mil millones de dólares con respecto a 1996-1997. En el mismo periodo, las consecuencias de la crisis financiera de 1997 han sacudido las economías de países productores como Indonesia, Malasia, Brasil o Venezuela. En Oriente Medio, la factura pasada por el imperialismo a los países que había arrastrado detrás de élcontra Irak en la Guerra del Golfo y la política de armamento a ultranzallevadadesde entonces por esos países bajo la presión de los dirigentes occidentales, les han entrampado. Hasta Arabia Saudí, primer productor mundial de petróleo, se encuentra hoy con una deuda valorada en más de 130 mil millones de dólares, superando su Producto Nacional Bruto.

Careciendo de fondos, la mayoría de los países productores ya no están en condiciones de financiar las enormes inversiones necesarias para la prospección y el desarrollo de nuevos campos petrolíferos. Tampoco tienen los fondos para comprar la tecnología avanzada necesaria para la extracción en alta mar. Ya noestán como para comprar los servicios de las "majors". Ya no tienen más remedio que pedirles que les presten una parte de las inversiones. Con lo cualvan apareciendo acuerdos para el reparto de producción (en los que la "major" que lleva la explotaciónrecupera una parte del petróleo producidopor el servicio prestado o por las inversiones efectuadas) en países en los que habían desaparecido como en Irán. En otros lugares, como en Arabia Saudí, las compañías estatales proponen a las "majors" canjear parte de sus derechos de propiedad por inversiones destinadas a desarrollar nuevos campos petrolíferos. Por fin en varios países se ha iniciado la privatización de las compañías petroleras estatales como en Brasil, los Emiratos Arabes Unidos e incluso en Kuwait.

La crisis de la economía capitalista en general y la presente crisis del petróleo en particular están desmantelando una tras otra las escasas protecciones que seguían existiendo en esos países contra las rapiñasde los trusts. Pero ¡qué más da, en Occidente se seguirá acusando a esos países productores del Tercer Mundo de "utilizar su posición en la producción para chantajear al planeta entero"!

En cuanto a prever hoy por hoy cómo el encarecimiento del precio del petróleo si persiste- afectará la economía mundial, resulta muy difícil. Como resulta difícil -aunque parezca evidente que esos sobresaltos de los cursos petroleros son una manifestación de la crisis general del capitalismo- decir si son el síntomade la agravación de dicha crisis y de qué tipo de agravación se trata. Sólo lo dirá elporvenir. Sin embargo, lo que sí se puede decir, es que gracias a su monopolio y a su gigantismo creciente, los trusts del petróleo representan una amenaza permanente para la economía mundial y para las poblaciones a las que exigen rescate una amenaza que no desaparecerá más que con el mismo sistema capitalista.

Traducción de "Lutte de Classe" de noviembre de 2000