Qatar: los esclavistas modernos

Εκτύπωση
abril 2015

Una organización humanitaria ha denunciado al grupo constructor francés Vinci y su filial QDVC (Qatarí Diar Vinci Construcción) por trabajo forzado y reducción a la servidumbre. Ya que en las obras donde se construyen los futuros estadios y otras infraestructuras ultramodernas de la Copa del Mundo de 2022, está demostrado que las multinacionales de la construcción recurren a métodos abusivos.

Las grandes multinacionales de la construcción esperan enormes beneficios de los miles de millones de dólares de las inversiones para la Copa del Mundo de fútbol en este riquísimo emirato productor de gas de la península arábiga.

Pero los beneficios, como los estadios de fútbol, no caen del cielo milagrosamente. Estos grupos han tenido que buscar mano de obra en el extranjero, en la India, Paquistán o en Nepal. Más de un millón de trabajadores inmigrados trabajan a día de hoy en las obras. Y esta cifra podría ascender hasta 2,5 millones de aquí al 2022.

Los obreros trabajan un mínimo de diez horas diarias, sin contar el tiempo de desplazamiento que puede ser de dos horas. El único día de descanso oficial es el viernes... cuando es respetado. E, incluso aunque el trabajo se detiene en las horas más calurosas del día, centenares de obreros han muerto ya victimas de crisis cardiacas debidas al esfuerzo y al calor.

El salario base es oficialmente menor de 180 euros al mes. Pero, para impedir a los trabajadores ir a buscar empleo en las empresas de la competencia por un salario más elevado, las empresas de la construcción confiscan sus pasaportes. Y se apoyan en el régimen tradicional llamado Kafala o de tutela, que vincula el empleado al patrón y le obliga a tener el consentimiento de este último para abandonar el empleo.

La directora de la ONG Sherpa, que ha denunciado estos hechos de trabajo forzado en QDVC afirma que Vinci no "respeta ni siquiera las leyes sociales locales, que son bastantes más protectoras para los trabajadores". Denuncia también la complicidad del gobierno francés, que ha "tomado la decisión de proteger a las multinacionales (...) para que estas conserven una ventaja competitiva frente a las empresas internacionales contendientes". En respuesta a estas acusaciones, el director de la filial qatarí de Vinci se justifica declarando: "nosotros guardamos los pasaportes de los obreros extranjeros por razones de seguridad, (...) para evitar que les roben los documentos."

Para la burguesía, la única ley que vale es la de la selva de los beneficios. Y, cuando hace negocios en un país con leyes medievales, no tiene ningún escrúpulo en utilizarlas.