¿Es franquista el gobierno del PP?

Εκτύπωση
Abril de 2018

Transcurridos 42 años desde la muerte de Franco, el carnicero, la negra sombra del franquismo acompaña a los dirigentes del PP y a su gobierno. Las medidas represivas, tanto en Cataluña como en el resto del Estado, o la negativa de Rajoy a investigar los crímenes del franquismo y reparar la memoria de los asesinados y represaliados por la dictadura traen a la memoria los años de la dictadura.

Artículos en prensa escrita, tertulianos televisivos, activistas, militantes obreros y muchos indignados por las calles, bares y centros de trabajo, no dudan en señalar de franquista las múltiples medidas del gobierno de Rajoy contra la clase trabajadora, su memoria histórica, la libertad de expresión y manifestación o los derechos fundamentales de los trabajadores.

Los datos y la documentación, que hoy conocemos, son tan demoledores que hasta a los mismos defensores del franquismo les resulta imposible mantener, públicamente al menos, lo que representó el golpe de estado de 1936 y la posterior dictadura. Tan es así que no reconocen abiertamente su lealtad a lo que representó el franquismo. Rajoy y su gobierno silencian con la cultura de la impunidad nuestro traumático pasado.

Hoy día se encarcela a militantes obreros, músicos, titiriteros y a políticos independentistas catalanes, se censura el arte y se reprime la protesta. Aún así, las medidas y políticas antiobreras del PP quedan lejos de los métodos represivos de la dictadura franquista. ¿Es el PP franquista o un rescoldo de esa ideología?

El franquismo fue un régimen político que nació de una guerra civil de 1936. La guerra fue la consecuencia del golpe de estado que los militares, junto a la iglesia, los terratenientes y toda la burguesía realizó para aplastar a los obreros, jornaleros y campesinos pobres que ponían en entredicho su dominación. La respuesta del proletariado español fue la revolución social que convirtió el golpe de estado en una guerra de clases. Este régimen tuvo características fascistas propias de la época, más las tradicionales de la reacción conservadora española de las clases dominantes y la iglesia. Fue un régimen brutal que la burguesía necesitó para aplastar a los trabajadores. Como el fascismo y nazismo su nacimiento y triunfo nace de la impotencia de una clase trabajadora que no tuvo los recursos políticos y organizativos para imponer la revolución social.

El franquismo fue el recurso que la burguesía española utilizó cuando los mecanismos de su Estado no fueron suficientes. Digamos que el franquismo fue no más que la exacerbación del Estado capitalista para defenderse. En este sentido el Estado burgués que es un aparato burocrático militar para defender los intereses del capital, traspasa sus límites fijados en los regímenes parlamentarios para aplastar sin miramiento alguno, con la brutalidad y el crimen, al movimiento obrero.

Por ello la burguesía cuando cambia de régimen político hacia la democracia parlamentaria, guarda sus cuerpos represivos, pues esta es la esencia del estado burgués. Por ello fue posible pasar de un gobierno dictatorial a un gobierno parlamentario en la transición. Y esto es la esencia del Estado en todas las sociedades capitalistas. En el capitalismo, la diferencia entre una república democrática y un régimen fascista, es el límite que la burguesía necesita traspasar.

Franco fue un fiel servidor de la burguesía, igual que Rajoy, pero extremadamente violento. La corrupción política es consecuencia del capitalismo y de la burguesía para comprar a los políticos. Al igual que en los gobiernos actuales el franquismo era un régimen corrupto. La corrupción estaba en el ADN del franquismo simplemente porque era un régimen capitalista llevado al límite para la supervivencia de la burguesía.

El régimen franquista institucionalizó el pillaje y el robo a través de los castigos a los derrotados. Se expropió a los vencidos, se utilizó trabajo esclavo y terratenientes y falangistas de gatillo fácil campaban a sus anchas. España era una gran prisión y los paredones y cunetas se tiñeron de sangre.

Es seguro que entre el PP y el franquismo hay lazos de unión, pero ¿podemos decir que el PP y su política es franquista? Las imágenes de la Guardia Civil partiendo hacia Cataluña para evitar “la ruptura de España”, las cargas policiales, el artículo 155 o la encarcelación de políticos independentistas catalanes ha avivado el debate. Pero la ostentación de fuerza represora demostrada no se puede comparar con lo que significa una dictadura fascista como la de Franco o Pinochet en Chile.

El ataque a la libertad de expresión, a los derechos de los trabajadores, la impunidad con los capitalistas corruptores y sus corruptos servidores, los vemos diariamente en los llamados países democráticos; la clase dominante aplasta cualquier foco de insurrección que haga peligrar el stablishment. El capitalismo funciona así. No en vano, todos los dirigentes políticos y financieros del mundo han apoyado la actuación del gobierno Rajoy durante el conflicto catalán y a sus políticas de austeridad y represión contra la clase trabajadora. España funciona como cualquier país capitalista y comparar, por ejemplo, a los líderes independentistas catalanes, servidores del capital como los primeros, con los represaliados por el carnicero Franco, resulta, cuanto menos excesivo.