Mitin de Arlette Laguiller en Paris el 21 de marzo

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Abril 2003

A continuación transcribimos la traducción del mitin que Arlette Laguiller realizó en ParÃs el 21 de marzo dos dÃas después de comenzada la guerra. Creemos que es importante que conozcamos la situación en Francia por cuanto este paÃs, su gobierno y su jefe de Estado, Jaques Chirac, aparecen en nuestros medios de comunicación como contrarios a la intervención norteamericana. Como bien describe Arlette Laguiller esta guerra imperialista es una guerra criminal de pillaje en la que Francia tiene su papel imperialista también. Arlette Laguiller es la portavoz y cabeza de lista de Lutte Ouvriere y diputada europea.

Trabajadoras, trabajadores, camaradas y amigos,

La invasión de Irak ha empezado hace dos dÃas. Bagdad y algunas grandes ciudades están siendo salvajemente bombardeadas, y las tropas terrestres americanas y británicas han empezado a invadir Irak.

La guerra, que está llevada a cabo por dos de las más grandes potencias militares del planeta contra un pueblo prácticamente desarmado, es una guerra imperialista, una guerra de agresión sin ninguna justificación, una guerra de pillaje que no está ni siquiera cubierta por el aval de la ONU.

Lo que las grandes potencias llaman el "derecho internacional" no está ni siquiera respetado. Los paÃses que no han aprobado esta guerra podrÃan al menos condenarla formalmente en nombre de la ONU. Porque los EE.UU son hoy invasores, tanto como lo fue Irak, en 1991, cuando invadió Kuwait. Pero, para las grandes potencias, lo que un pequeño paÃs no tiene derecho a hacer, un gran paÃs puede hacerlo impunemente. Y si hace falta una demostración de la parcialidad de la ONU y sobre todo de su inutilidad para mantener la paz, aquà se ve.

Y los que pudieran estar sorprendidos por el texto de nuestro cartel - " Sangre en el petróleo, NO " no imaginan de verdad lo que significan esta guerra y sus horrores.

SÃ, va a correr sangre en Irak, mucha sangre de las clases populares, de gente que vive miserablemente. Y son los paÃses, no sólo los más potentes militarmente, sino también los más ricos, los que van a hundir a esta población todavÃa un poco más en la miseria, una miseria de la que tardará años en sobreponerse, si es que lo consigue. Va a padecer epidemias, van a faltar escuelas, van a faltar hospitales. Hay una generación de niños y adolescentes que se verá sacrificada desde este punto de vista.

Los que, dentro de la población, no serán matados durante las primeras ofensivas, van a ser sometidos a bombardeos, van a ser gravemente heridos, van a estar privados de comida, de agua, de cuidados médicos.

No olvidemos por lo tanto que, después de esta guerra por el reparto del petróleo iraquà entre grandes potencias, dicho petróleo va a llegar a todas partes, a Estados Unidos y a Gran Bretaña por supuesto, pero también a Francia, a través de las grandes compañÃas americanas. No olvidemos por lo tanto, cada vez que llenemos el depósito, la sangre que habrá costado. No olvidemos por lo tanto que, cada vez que pongamos gasolina, pondremos algo de la sangre del pueblo iraquà en nuestro depósito.

Se trata por supuesto de una imagen, pero sin embargo es la verdad. Una canción de los soldados franceses de la Primera Guerra Mundial después de ésta decÃa, hablando de una colina en la que se contaron miles de muertos por nada : "Hoy hay viñas y crecen las uvas, pero quien beba ese vino, beberá la sangre de los compañeros".

¡Pues, a nosotros, nos harán viajar en nuestros coches, trenes y aviones con la sangre de los IraquÃes¡

Este es el crimen que se prepara y que nos vuelve a todos cómplices.

Hoy, no podemos hacer nada para impedir que los asesinos actúen. En la ONU, los adversarios de la intervención podrÃan al menos presentar una moción que condenara esta agresión injustificada e ilegal desde el punto de vista mismo de un organismo que pretende mantener la paz y contener las agresiones. No lo han hecho, tanto Chirac como los otros.

En realidad, son todos cómplices.

Y además, si al final hubiera algunos barriles de petróleo para ellos, no dirÃan nada sobre la mezcla mientras les fuera provechosa.

En este preciso momento en el que os hablo, las bombas caen sobre Bagdad y el ejército de la principal potencia del mundo está aplastando un paÃs pobre con su potencia de fuego y las orugas de sus tanques. ¿Cuántos muertos hay ya? ¿Cuántas muertes aún vendrán? ¿Cuántos hombres, mujeres, niños, ancianos apiñados en los sótanos, temblando de miedo? ¿Cuántos serán sepultados?

Entonces, pensemos en ello, y no sólo hoy, en que cualquier ser humano, nada más imaginar lo que allà ocurre, puede conmocionarse. Pero pensemos en ello también mañana. Pensemos en ello llenando el depósito en una gasolinera abanderada por Exxon, Shell, TotalFinaElf o BP. No varÃan mucho las compañÃas con las que uno se topa a lo largo de las carreteras, de Francia a Estados Unidos, como en América Latina, en Ã?frica o en Asia. Una docena de trusts del petróleo, cómplices y rivales, que, con algunos más de la industria del armamento, de la construcción y obras públicas, están detrás de esta guerra infame. Como han estado detrás de muchas otras en el pasado que han ensangrentado la Historia. Sólo desde la Segunda Guerra mundial, ¿cuántos golpes de Estado, del Irán de Mossadegh a Venezuela, pasando ya por Irak, detrás de los cuales estaban los trusts del petróleo? Y no podemos olvidar que, incluso en ese continente pobre entre los pobres como es Ã?frica, la rivalidad entre British Petroleum y Shell por un lado, y Elf por el otro, en torno al petróleo de Nigeria, ha llevado a la horrible guerra del Biafra, desencadenada en 1967, que provocó centenares de miles de muertos, y de la que este desgraciado paÃs todavÃa no se ha sobrepuesto. ¿Los libros de historia hablan al respecto de guerra étnica? Pero no son pasiones bárbaras surgidas de nuevo de tiempos remotos las que han matado en Nigeria. Son frÃos cálculos llevados a cabo en los consejos de administración de los grandes trusts y en los gabinetes ministeriales. Detrás de BP y Shell, estaba el gobierno de Gran Bretaña, y detrás de Elf, el de Francia. Y muchas guerras civiles se prolongan en Angola o en el Congo porque las bandas armadas que las llevan a cabo están financiadas por los mismos trusts.

Mientras los diplomáticos charlan en la ONU o en uno de los numerosos organismos internacionales, son esos trusts, u otros, los que hacen y deshacen los jefes de Estado en los paÃses pobres y los que, a partir de los paÃses más desarrollados, dirigen el mundo en función de sus intereses.

La comedia diplomática en la ONU sólo ha sido una cortina de humo detrás de la que Estados Unidos ha preparado su despliegue militar alrededor de Irak. Al principio, Estados Unidos ha afirmado que Sadam Husein poseÃa armas de destrucción masiva y que tenÃa que destruirlas. ¡Esta exigencia, votada por unanimidad en la ONU, era ya de un cinismo absoluto porque venÃa de Estados Unidos, de Gran Bretaña, pero también de Francia, esas grandes potencias que sólo con sus armas nucleares poseen la capacidad de destruir varias veces el planeta!

Pero los inspectores enviados por la ONU no han encontrado armas de destrucción masiva. Entonces, los dirigentes americanos han ordenado a este paÃs que destruya las armas clásicas que los inspectores han encontrado. Por mucho que Irak haya respondido a todas las conminaciones sucesivas, los dirigentes americanos han negado los hechos y han hecho aumentar la puja, exigiendo estas últimas semanas la retirada de Sadam Husein. Pero, poco antes del desencadenamiento de la guerra, incluso eso no les bastaba ya: ¡Bush habÃa anunciado que si Sadam Husein se iba en el último momento del paÃs, de todos modos, el ejército americano entrarÃa en él!

Ignoro por supuesto, como todo el mundo, cuánto tiempo durará esta sucia guerra. Ignoro si la aplastante superioridad americana en material, en alta tecnologÃa, vencerá fácilmente al ejército de Sadam Husein. Ignoro si parte de la población iraquÃ, al menos sus componentes más oprimidos, los kurdos o los chiitas, aprovecharán el estado de guerra para sublevarse contra el dictador.

Sadam Husein es un dictador y, desde luego, no es de él ni de su régimen de los que hay que compadecerse. Pero es la aplastante mayorÃa de la población la que padecerá la guerra. Y, por encima de la persona del dictador, es al paÃs entero al que apuntan.

Y además, hay motivos para estar asqueados de la fingida indignación de los polÃticos, no sólo los de Gran Bretaña o Estados Unidos, ante la dictadura de Sadam Husein. Ya que por grandes que sean los crÃmenes de Sadam Husein contra su propio pueblo, mucho mayores aún son los cometidos por las grandes potencias que hoy se dan aires de misioneros en armas de la democracia.

Hay que recordar que después de la Primera Guerra mundial, el imperialismo inglés y el imperialismo francés se abalanzaron sobre esta región para despedazarla en función de sus intereses: el LÃbano y la actual Siria para el imperialismo francés, Irak y Jordania para el imperialismo inglés.

Hay que recordar que es con sangre y violencia como Gran Bretaña impuso su protectorado a ese Irak, de contornos artificialmente delimitados, que no lo querÃa. Para apoderarse de Irak, la muy "democrática" Gran Bretaña reprimió, a sangre y fuego, una revuelta de chiitas, ya por entonces, quemado pueblos, ejecutando o deportando a los que consideraba responsables de la revuelta.

Es una vez más Gran Bretaña la que, con la complicidad de Francia, construyó el ejército y el aparato de Estado iraquÃes, formando a una jerarquÃa de oficiales adiestrados para oprimir a su propio pueblo, en las escuelas militares de Inglaterra o de las Indias del imperio colonial.

Son los ingleses y los franceses juntos los que negaron al pueblo kurdo el derecho a una existencia nacional, dispersándolo entre TurquÃa, Irak, Irán y Siria.

Sadam Husein ha utilizado en su provecho las divisiones y los odios suscitados por Gran Bretaña y Francia entre los distintos componentes de la población de la región: sunitas contra chiitas, árabes contra kurdos.

Todo Oriente Medio lleva hasta hoy, en carne propia, los estigmas del juego de dominación perverso de las grandes potencias imperialistas.

Y cuando los horrores del nazismo han empujado al éxodo a centenares de miles de judÃos de Europa en busca de una tierra, son una vez más las grandes potencias las que han escogido poner al Estado de Israel en contra de los pueblos árabes de la región y las que han creado una situación insostenible cuyo precio pagan hoy tanto el pueblo palestino como el pueblo judÃo.

¡Y es esa gente la que habla hoy de democracia, de libertad!

El repugnante mejunje en nombre del cual Bush y los suyos llevan a cabo la guerra, que mezcla biblia y democracia, es tanto más cÃnico en cuanto que a los dirigentes americanos nada les importa la democracia. ¿Democracia, incluso con los criterios americanos, Arabia SaudÃ, con su monarquÃa fundamentalista? ¿Democracias, la ristra de emiratos delimitados en Oriente Medio en torno a pozos de petróleo y cuyos emires y demás sultanes ignoran lo que la palabra "elección" significa y que no consideran a las mujeres como seres humanos de pleno derecho?

Soldados americanos van a morir también, y creyendo morir por la patria, morirán por los trusts y por toda esa gente.

Y además, ¿hace falta recordar que durante mucho tiempo el propio Sadam Husein ha sido apoyado, patroneado por Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña? En esa época, el que estorbaba en la región era Jomeini, en Irán. Son las grandes potencias las que entonces habÃan vendido a Sadam esas armas de "destrucción masiva" que los inspectores de la ONU no han encontrado esta vez. Son las grandes potencias las que lo habÃan empujado a lanzarse contra el vecino Irán, en 1980, en una larga guerra mortÃfera que provocó, tirando por lo bajo, un millón de muertos.

Los dirigentes de las grandes potencias suelen justificar desde hace tiempo las guerras de pillaje con las palabras "civilización" o "democracia". Era ya para "civilizar" el Magreb cuando antaño el ejército francés conquistó Argelia diezmando a su población. Afirmando traer la "civilización", asà es como la Francia imperialista impuso al �frica negra el trabajo forzado y el látigo.

Entonces, ¡sÃ, es una guerra inmunda!. No corresponde a los intereses de ningún pueblo, ni siquiera a los del pueblo americano. Ya que aunque sus soldados dispongan de una superioridad militar aplastante, algunos de ellos no volverán jamás de esta sucia guerra y otros volverán minusválidos de por vida. Incluso si para los soldados americanos la guerra parece una guerra casi virtual que se puede llevar a cabo a golpe de misiles teledirigidos o desde lo alto de aviones que sobrevuelan de lejos las vÃctimas, si tienen que encontrarse, en un momento u otro, frente a las vÃctimas, hombres, ancianos, mujeres y niños, esto dejará huellas para muchos. Huellas morales y psicológicas. Huellas de este tipo dejó la guerra de Vietnam, mucho más allá de los muertos y de los minusválidos, porque las heridas de una guerra no son sólo fÃsicas.

Incluso si la guerra misma se lleva rápidamente a cabo, ¿cómo ocurrirán las cosas después? ¿De qué manera la población seguirá pagando el pato?

¡Los grandes trusts se abalanzarán sobre el paÃs, una vez levantado el embargo! Los grandes trusts del petróleo, por supuesto. Saben que se beneficiarán de los favores de la administración americana. Saben que, incluso terminada la ocupación americana - si lo está algún dÃa - el regimen dejado será tan complaciente como los emiratos artificiales del entorno que sólo son los gerentes nativos de los intereses de los grandes trusts. Y estarán los trusts de equipamiento para el petróleo, y estarán también los grandes trusts de la construcción y de obras públicas.

¡No vendrán para reconstruir los pueblos o los barrios pobres destruidos! La población será la única que tendrá que despejar las ruinas en las ciudades y en los pueblos e intentar construir de nuevo una existencia normal.

Pero si el petróleo rinde, podrá financiar algunas obras. Quizá se construyan centros financieros rutilantes. Quizá se modernicen puertos para evacuar mejor el petróleo o terrenos de aviación para facilitar los desplazamientos de tropas de ocupación, de altos cargos o de dirigentes de las compañÃas petrolÃferas. Quizá se construyan algunas autopistas de cuatro vÃas para los cochazos de los intermediarios que se enriquecen.

El gobierno americano ya ha firmado, parece ser, cierto número de contratos confidenciales con sociedades privadas. Ese campo de ruinas que será Irak sólo es un mercado potencial para los buitres que se abalanzan sobre el paÃs. Un mercado de entre 30 y 100 mil millones... porque ya hay economistas que han hecho estudios sobre lo que esta guerra aportará especÃficamente a los trusts de la construcción. ¿Pero quién pagará?

Pues si todo esto se paga con el dinero del petróleo, es una vez más el pueblo iraquà el que pagará. Porque es a él a quien se le habrá robado los ingresos del petróleo que no servirán para sacar a Irak del subdesarrollo.

Irak siempre ha sido un paÃs pobre, un paÃs subdesarrollado. El petróleo de su subsuelo que se han disputado sucesivamente en el pasado trusts ingleses y alemanes, luego ingleses y franceses, antes incluso de que los trusts americanos le echen el ojo, no ha beneficiado nunca a la mayorÃa de la población. Pero, además, Irak se ha quedado exangüe por la guerra contra Irán, y luego por los bombardeos que no han cesado desde la guerra del Golfo, y por el embargo también. Un embargo que no han sufrido ni Sadam Husein o su entorno, ni los más ricos que han podido seguir viviendo lujosamente gracias al contrabando, pero un embargo que ha sido catastrófico para las clases populares.

En su discurso-ultimátum, George Bush promete para después de la guerra, una "verdadera prosperidad" para el pueblo iraquÃ. Ya se la habÃa prometido a Afganistán, una vez despojada de los talibanes. Pero si millones de dólares han sido vertidos sobre ese desgraciado paÃs en forma de bombas, después no ha habido nada más. Y a la dictadura de los talibanes ha sucedido la de los señores de guerra, traidos en los furgones del ejército americano. Y Afganistán ha salido de la guerra más empobrecido todavÃa de lo que estaba cuando entró en ella. Si incluso podemos considerar que ha salido: la noche misma del primer bombardeo sobre Bagdad, la aviación americana tambien ha bombardeado masivamente el sur de Afganistán.

Bush promete también al pueblo iraquÃ, especialmente a los que han padecido la dictadura de Sadam Husein, los chiitas o los kurdos, la libertad y la igualdad. Se comprende que los kurdos de Irak, que tienen muchas razones para acordarse del trato que les infligió Sadam Husein, esperan esta vez verse librados del dictador. Pero con Sadam Husein fuera del poder, el pueblo kurdo no tendrá por ello la libertad, ni siquiera la libertad nacional. El estado de semi-guerra en el cual se encuentra Irak desde hace diez años y la presencia de la aviación americana han permitido a los kurdos del norte del paÃs asegurarse una especie de autonomÃa de hecho. No cabe descartar que la invasión americana les haga perder lo poco que han obtenido. Cualesquiera que sean las promesas alentadoras que hacen hoy, Estados Unidos no permitirá nacer un Estado kurdo para no disgustar a TurquÃa que, a pesar de sus reticencias, rápidamente levantadas, a dejar pasar las tropas americanas, sigue siendo uno de sus principales aliados en la región. No será la primera vez que el pueblo kurdo, combatiendo a su opresor de hoy, vea a su aliado del momento transformarse en nuevo opresor.

Bush promete también un nuevo orden en la región, un orden más justo, un orden más democrático. ¿Pero quién puede creer la promesa de una gran potencia que es el principal apoyo no sólo de todos los regÃmenes reaccionarios y dictatoriales de la región, sino también del Estado de Israel y de la opresión que este Estado ejerce sobre el pueblo palestino? Sin el apoyo de los Estados Unidos, el gobierno de extrema derecha de Ariel Sharon no podrÃa llevar a cabo la guerra contra el pueblo palestino. Un pueblo encerrado en esos guetos para pobres en que se han convertido la franja de Gaza y las trizas de los territorios llamados "autónomos" de Cisjordania.

Para compensar el efecto de su agresión contra Irak en los pueblos árabes, George Bush ha evocado la creación de un Estado palestino independiente. Pero quién se lo puede creer, cuando hace medio siglo que Estados Unidos apoya la polÃtica de los gobiernos sucesivos de Israel. Gobiernos, todos ellos, que han llevado a cabo una polÃtica de conquistas, acaparando sin cesar más tierras en detrimento de los Palestinos, desposeyendo a todo un pueblo de su paÃs. Una polÃtica que el gobierno de Sharon lleva a cabo con la violencia más extrema alentando la instalación de colonias israelÃes para parcelar y despojar cada vez más al pueblo palestino.

La intervención americana en Irak no aboga en absoluto a favor de esa "solución pacÃfica" de la que se atreven a hablar las grandes potencias. Es, al revés, una forma de alentar más a Sharon para que utilice la fuerza y la violencia contra el pueblo palestino, sin ni siquiera dejarle la más mÃnima perspectiva.

Es esa gente, Bush, Sharon, y la polÃtica que representan, la que es responsable del terrorismo ciego.

Y además, restablecer la paz entre el pueblo de Israel y el pueblo de Palestina exigirÃa que los dos pueblos pudiesen vivir en igualdad de condiciones y que las clases populares de Palestina pudiesen tener la esperanza de salir de la pobreza y del paro. Pero, ¿cómo imaginar que el mayor representante de los trusts americanos, George Bush, destine parte del presupuesto del Estado de manera a poner fin a la infinita miseria de los que, hoy, están amontonados en Gaza, rodeados de alambradas de espinos, sin trabajo y bajo la amenaza del ejército israelÃ?

Durante las pocas semanas que han precedido la guerra, Chirac ha llevado a cabo un juego diplomático oponiéndose a Estados Unidos en varios puntos, como el papel de los inspectores de la ONU o la duración de su misión. Este juego diplomático le ha valido cierta popularidad tanto en Francia como a nivel internacional. Pero este juego diplomático no hace de Chirac ni un adversario de Estados Unidos ni de sus objetivos de guerra, ni mucho menos un amigo del pueblo de Irak. No ha protestado nunca contra los bombardeos que se mantienen desde hace doce años. No ha exigido nunca la supresión del embargo. Francia hubiese podido, por cierto, no aplicarlo. No lo ha hecho.

Y ahora que la guerra está en marcha, Chirac repite que Francia sigue siendo la aliada y amiga de Estados Unidos.

¡Y, sin embargo se ha fabricado para este hombre, el representante polÃtico de los grandes patronos y de los grupos financieros de Francia, una aureola de hombre de paz! Que lo haga la derecha, es lógico. Pero vergonzoso que los grandes partidos de izquierda lo hayan hecho, como ya se rebajaron al entronizar a Chirac, en mayo de 2002, como el salvador de Francia ante la amenaza lepenista. ¡Se rebajan de nuevo hoy entronizándolo como combatiente por la paz!

Pues bien, en lo que a nosotros se refiere, nos negamos a participar en esta unión nacional detrás de Chirac. ¡Tanto menos que esta aureola, que se le está construyendo, Chirac la utilizará durante los cuatro próximos años de su presidencia!

La utilizará para llevar a cabo fuera del paÃs una polÃtica imperialista del mismo tipo que la que lleva a cabo Bush, pero en provecho de los grupos industriales y financieros franceses. La utilizará en el coto privado tradicional del Imperialismo francés en Ã?frica en particular, empezando por Costa de Marfil. Pero la utilizará también seguramente en Irak. Aunque escoja no participar a la guerra, intentará asegurar la presencia de los grupos capitalistas para después. Y no es todavÃa seguro que Chirac no acabe ofreciendo sus servicios al ejército americano bajo el pretexto, por ejemplo, de haber descubierto que Sadam Husein utiliza armas quÃmicas o armas biológicas.

Estados Unidos no necesita desde luego al ejército francés para llevar a cabo la guerra. Pero no cabe descartar que la ocupación estable del paÃs, que se prepara, suscite resistencias. No cabe descartar entonces que la imagen de una Francia de Chirac supuestamente amiga de los pueblos árabes se vuelva útil para Estados Unidos. No cabe descartar que Estados Unidos le pida entonces a Francia cierta participación para asegurar el orden en la región, aunque sea a cambio de hacerle un pequeño hueco a grupos industriales franceses. Ya que si Irak es un mercado para los capitalistas americanos, lo es también para los capitalistas franceses. Durante mucho tiempo, Francia ha sido uno de los principales proveedores de Irak en armamentos. De Dassault a Matra, pasando por la Sociedad Nacional de Pólvoras y Explosivos y muchos más, todos han aprovechado el dinero extorcionado por Sadam Husein al pueblo iraquÃ. TotalFinaElf habrÃa negociado recientemente con Bagdad un contrato por un valor de 40 a 60 mil millones de dólares respecto a la explotación de yacimientos petrolÃferos del sur del paÃs. Alcatel habrÃa firmado un contrato en las telecomunicaciones, Renault y Peugeot para entregar semirremolques, y otros más en la quÃmica o la electrónica.

Entonces, no es el interés de los pueblos el que guÃa a Chirac, no más que Bush, sino el interés de los grupos industriales y financieros franceses.

No hemos podido impedir la guerra en Irak.

Y habrá otras guerras como ésta mientras el sistema imperialista domine el planeta. Y no es sólo, como quieren hacernos creer, debido a la agresividad guerrera del equipo Bush, ni siquiera debido a la arrogancia de Estados Unidos, convertidos hoy en la única superpotencia del planeta. Porque, ¿cuántas guerras infames ha llevado a cabo nuestro propio Imperialismo de Madagascar a Argelia, pasando por Vietnam?

En la guerra actual, el Imperialismo francés no es actor, sólo cómplice - al menos de momento -. Sólo soldados americanos, flanqueados por soldados británicos y australianos, participan en la agresión contra Irak. Pero Francia tomó parte en la guerra del Golfo de 1991. Aviones franceses han participado en el bombardeo de Afganistán. Y mañana, ¿quién sabe dónde el interés de los grupos capitalistas franceses mandará envÃar a soldados franceses? Ya intervienen en Costa de Marfil y en Centroáfrica.

Entonces, a los trabajadores de este paÃs les queda la tarea de hacer renacer un movimiento obrero polÃtico sobre las únicas bases posibles: sobre las bases del comunismo. En tiempos en que era todavÃa comunista, a principios de los años 1920, el Partido Comunista no sólo luchaba para hacer avanzar en el paÃs la causa de los trabajadores. También luchaba contra la guerra del Rif, en Marruecos, luchaba más generalmente contra las intenciones imperialistas de Francia.

SÃ, la explotación y la ley del provecho erguida en ley universal engendran inevitablemente guerras, como engendran inevitablemente la miseria, la descomposición social, la vuelta a la barbarie en muchos ámbitos.

Me alegro por supuesto de las manifestaciones de protesta que han tenido lugar en Francia como en muchos otros paÃses. Espero que sigan y se amplifiquen. Llamo a participar a la manifestación prevista para mañana, como a todas las otras en los dÃas venideros.

Los que tienen un mÃnimo de dignidad humana no pueden mirar con indiferencia las bombas que caen y el sufrimiento de un pueblo. Manifestar, es por lo menos expresar su indignación, su repugnancia ante lo que ocurre allÃ, en Irak, y ante un mundo que lo permite.

Me alegro especialmente de la participación masiva de jóvenes e incluso muy jóvenes a estas manifestaciones.

Lo que ocurre en Irak muestra, con infinito más realismo que libros de historia o lecciones de Ãtica, cuál es la naturaleza de las relaciones internacionales. SÃ, es un mundo dominado por relaciones de fuerza. SÃ, es un mundo que se rige por la ley de la jungla. SÃ, es un mundo que hace sufrir y sangrar a pueblos solamente para que el dinero entre en las cajas fuertes de las grandes compañÃas financieras.

Pero lo que espero también, es que una parte al menos de los jóvenes que han manifestado y que siguen haciéndolo, prolonguen la indignación que expresan, reflexionando a las razones que engendran las guerras.

Y espero y deseo que esto les haga ir más allá del simple pacifismo. Porque el simple pacifismo no basta, y los movimientos pacifistas, por legÃtimos que sean, siempre tienen una guerra de retraso sobre el mundo imperialista.

Protestar es útil cuando no se tiene fuerza para hacer más.

Pero no basta con protestar. Hay que actuar para que pueda constituirse una fuerza capaz de oponerse a la violencia del imperialismo, combatirlo y ¡un dÃa vencerlo! El Imperialismo no es sólo un comportamiento agresivo. No es el hecho de una única superpotencia. Es el producto del sistema económico y social capitalista.

Espero, deseo que, entre los jóvenes que se manifiestan, haya algunos que escojan actuar, es decir militar en la perspectiva del derrocamiento de la organización capitalista de la sociedad.

Hay que hacer renacer en este paÃs como en los otros un partido cuyo objetivo fundamental sea ofrecer a los trabajadores la perspectiva de impedir a los grupos financieros la dictadura que ejercen sobre la sociedad.

Hay que hacer renacer un partido comunista que no se contente con ocupar algunos sillones ministeriales, impotente y cómplice de la patronal. Pero cuya meta sea la transformación del orden social existente mediante la expropiación de los capitalistas y mediante la puesta a disposición de la colectividad de las grandes empresas. Una transformación fundamental de la economÃa para que deje de funcionar para el único provecho de una pequeña minorÃa, para que pueda por fin satisfacer de la mejor manera posible las necesidades de todos, bajo el control democrático de los trabajadores, de los consumidores y de la población.

Entonces, hoy, pensemos en la situación que viven las clases populares de Irak. Pensemos en ello por solidaridad humana elemental, pero también diciéndonos que su presente es nuestro pasado y puede ser nuestro futuro. Porque el siglo pasado ha demostrado, dos veces, que las guerras no sólo tienen lugar en otros lugares. Y que los mayores paÃses ricos no están al abrigo ni de la dictadura ni de la guerra. Lo que vive el pueblo de Irak puede también ser nuestro futuro si no hacemos nada.

Entonces, trabajadoras, trabajadores, compañeros:

Hoy y mañana, tenemos que estar al lado de los que manifiestan contra la guerra en Irak.

Pero, recordemos también que, en el pasado, el movimiento obrero revolucionario no oponÃa el pacifismo al belicismo imperialista.

Afirmaba: ¡guerra a la guerra mediante el derrocamiento del capitalismo!

Hoy, después de muchas derrotas y muchas traiciones, la clase obrera no juega el papel polÃtico que debe jugar. Incluso le cuesta mucho simplemente defenderse ante los ataques patronales y ante los despidos. Pero las cosas pueden cambiar rápidamente. Lo que es seguro, de todos modos, es que, si no queremos ser vÃctimas eternamente de la violencia de la clase dominante, la violencia de la explotación, la violencia de las guerras, tiene que renacer un movimiento obrero revolucionario para que el proletariado pueda poner fin a la dominación del dinero y de la burguesÃa capitalista sobre la sociedad.

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