50 Años de la muerte de Franco

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Mayo de 2025

Pedro Sánchez ha presidido en Madrid, en el Museo Reina Sofía, el acto inaugural de la conmemoración del 50 aniversario de la muerte de Francisco Franco: “España en libertad”. Hay una amplia programación de actividades, más de un centenar, para “recordar y celebrar los importantes avances logrados en las últimas cinco décadas, homenajear a los muchos colectivos sociales e instituciones que los han hecho posibles y transmitir el valor de la democracia en un momento en el que ésta da signos de retroceso en buena parte de Occidente”.

Ni que decir tiene que la derecha de Rajoy y la de Vox han renegado del acto, consideran que es “reabrir heridas”. ¿Qué se puede esperar si, incluso en las Cortes, algunos de sus miembros definieron al franquismo como “una etapa de progreso y reconciliación”? No es necesario recordar que dentro de las filas del PP siempre hubo simpatizantes del franquismo, y fundado por franquistas como Manuel Fraga Iribarne. En el acto inaugural tampoco estuvo Felipe VI, por “problemas de agenda”. Sin embargo, participará –dicen- al menos en uno sobre el papel de la monarquía tras la muerte de Franco y encabezará una visita institucional a los campos de concentración de Auschwitz y Mauthausen.

El Gobierno no descarta que en algún acto pueda participar el emérito Juan Carlos I, aunque es una decisión que dejan en manos de Zarzuela. Con esta disposición ya se vislumbra la naturaleza descafeinada de la conmemoración pues la monarquía no va a morder la mano que le dio de comer, ya que fue Franco con su Ley de Sucesión, quien nombró su sucesor y formó y educó a Juan Carlos I.

El PSOE, fiel a su estilo reformista y edulcorado, presenta el fin de la dictadura y la llegada de la democracia, como si ésta fuese el fruto pacífico, maduro, tras la muerte natural del dictador. Y la Transición, la mejor de las posibles, fruto del consenso y el diálogo que abrió las puertas a décadas de desarrollo en España.

Sin embargo esta visión no es cierta. La dictadura terminó del mismo modo que empezó, asesinando, y había entrado ya en crisis mucho antes de la muerte del dictador. Las distintas oleadas huelguísticas arrancaron a mediados de los años 50 y fueron incrementándose en su extensión, profundidad y periodicidad en las décadas siguientes. La clase obrera se organizaba y luchaba desde la fábrica y el barrio, mientras también lo hacían los estudiantes. Estas luchas fueron precisamente, las que desviaron primero el PCE, después el PSOE, hacia el pacto con los franquistas a cambio de su integración en el Estado “reformado”, pero manteniendo su carácter antiobrero y por supuesto sin depuración, ni juicio a los cuerpos represivos, torturadores y asesinos. Recordemos la huelga general de Vitoria en 1976 con 5 obreros asesinados, los abogados de Atocha también asesinados y abandonados por las direcciones del PCE y PSOE en aras de los pactos con el régimen. Por ello en los actos gubernamentales programados por Pedro Sánchez, será negada –una vez más- la lucha de clases. Y pasarán de puntilla el hecho de que sus direcciones respectivas tuvieron que emplearse a fondo para contener la potencialidad del movimiento obrero.

Pedro Sánchez no va a programar ninguna actividad que revele que en la Transición, la burguesía encontró la forma de mantener el aparato de Estado, es decir, los jueces, la policía, el ejército, la alta burocracia de la administración y garantizar así su poder económico y político sin que su dominación pudiera ser cuestionada. La Transición no fue, pues, más que el paso a ciertas formas democráticas parlamentarias de gobierno y de libertades públicas, que mantuviera los fundamentos del Estado y la sociedad capitalista y que contó con la complicidad de las direcciones reformistas de PSOE y PCE, este último buscando la paz y concordia con la vista puesta en su legalización. Por ello se ocultó la represión del régimen franquista y del Estado.

La ley de amnistía no sólo permitió salir de la cárcel a los presos antifranquistas, supuso la exoneración de responsabilidades políticas, penales y judiciales a todos los asesinos, torturadores y verdugos, criminales de lesa humanidad, del aparato franquista y el propio Estado fascista.

Desde el aparato socialista nadie nos va a explicar que no solo durante la dictadura sino también durante los años de la Transición – de 1976 a 1982 – hubo cientos de muertos provocados por la extrema derecha y los cuerpos represivos del Estado, 188 personas murieron en manifestaciones obreras y estudiantiles, controles policiales, atentados de extrema-derecha y terrorismo de Estado. Otros autores anotan que fueron asesinadas 233 personas. Todas estas víctimas han quedado también ocultas bajo el pacto de los partidos de izquierda – PCE, PSOE – en la Transición.

Y sí, Pedro Sánchez, esto puede volver a ocurrir, la derechización de parte de la población es innegable, pero su partido tendrá una gran responsabilidad en ello, aunque ninguna de sus actividades programadas hablen de ello. Tras estos actos está la apariencia de Sánchez de mostrarse, “demócrata” y “antifranquista” ante la sociedad, pero ya no engaña a nadie: no es más, con su gobierno de “progreso”, el ala reformista del poder de la burguesía española.