Argentina se ahoga en la crisis capitalista

Yazdır
Octubre de 2019

Según el portal web argentino iProUp, reina la preocupación entre las principales empresas de telecomunicaciones del país.

El resultado de las pasadas elecciones primarias de agosto, las llamadas PASO, dio como resultado la derrota de Mauricio Macri en favor del peronista Alberto Fernández. Presumiblemente las elecciones de octubre ratificarán las primarias. La derrota de Macri ha acentuado la crisis económica de Argentina aumentando la inflación y la paridad peso/dólar lo que ha implicado la fuga de capitales. Los capitalistas, unos para salvar su botín, otros para especular – 60 pesos por dólar-, trazan sus planes y esperan a los peronistas que no son otra cosa que más de lo mismo.

Argentina tiene una alta dependencia del dólar, pues su economía se basa principalmente en las exportaciones de materias primas. Una de las causas de la devaluación del peso, es la escasez de inversión en la economía local, que contrasta con las inversiones millonarias que realizan las empresas extranjeras en dólares.

Debido a la incertidumbre política y a las dificultades con el pago de la deuda externa, los valores de activos nacionales han caído más de un 50% y continúan haciéndolo, sumiendo a Argentina en una crisis económica y política significativa. Para la mayoría de la población, el fenómeno adquiere consecuencias desastrosas. Para los representantes del capital, tan solo es una oportunidad más de obtener ganancias.

Millones de familias se alimentan de los comedores solidarios, la pobreza se ha instalado de forma general en gran parte de la nación, abundan los jóvenes que salen a la noche a buscar comida entre la basura; no faltan medios de subsistencia básicos, falta el dinero para adquirirlos.

Una consultora argentina, DeMarino, avisa del negocio especulativo que brota al abrigo de las propias crisis capitalistas: “¿Por qué? pues, así como cayeron bonos y acciones de empresas argentinas en Wall Street, también cayó el valor técnico de las más pequeñas, que no cotizan en el mercado de valores. Pequeñas y medianas empresas que, al momento de evaluarlas, hace seis meses, valían U$S 3.000.000, hoy pueden ser adquiridas por U$S 1.500.000.”

En suma, se trata de darse un festín con los restos. Es esclarecedor que los principales bancos que operan en Argentina sean filiales de la banca española, tenemos a BBVA o Santander, también a Banco Galicia. Del lado de las grandes empresas anda Movistar Argentina. Para los capitalistas no hay nada como la cooperación, aunque no entre ellos, sino para sacar juntos los mayores beneficios de la población trabajadora argentina.

La propia CEOE expresaba en mayo de este año la importancia de Argentina para los negocios, un nicho para las empresas españolas. Califica a los 49,1 millones de habitantes como de renta media-alta. Pero resulta que, según el último índice oficial, en 2018 la pobreza ya alcanzaba al 32% de la población.

Son principalmente las inversiones y negocios de las grandes empresas las que han modelado la economía argentina. Si nos fijamos en la trayectoria seguida por Macri y los anteriores políticos peronistas – Cristina Fernández de Krichner-, sus políticas económicas han facilitado la participación de estas empresas en la casi totalidad de las inversiones del país. La banca ha ayudado lo suyo, permitiendo que los capitales invertidos se encuentren a salvo, “como en su propia casa”. Esto se ha llevado a cabo privatizando servicios públicos. Y como el país necesita dólares para comprar en el exterior todo lo que no se produce dentro ha sido “tradición” en sus políticos endeudarse pidiendo préstamos a la banca internacional y el FMI. Préstamos que tienen que devolver con intereses usurarios que suponen recortes públicos, miseria y pobreza, además de salarios de hambre.

Son ahora los mismos, los que han causado los mayores estragos al país, los que proponen vías y soluciones. No han tenido escrúpulos en organizar el saqueo y ahora ofrecen su experiencia y los medios necesarios para “remontar la economía”.

La causa de la espiral de caos que somete al país, es debido a las condiciones económicas y de vida, impuestas por la oligarquía financiera nacional y extranjera, ambas representan los intereses del capital a nivel mundial que ha actuado con la complacencia del gobierno.

La clase trabajadora argentina está sufriendo las consecuencias de un sistema que tiene los días contados. El capitalismo, que es incapaz de devolver el producto del trabajo a la población, acabará ahogado en su propia agonía al no poder dar salida a su ansia de acumulación.

Aunque su fin está cercano, la clase trabajadora tiene en sus manos tomar las riendas y preparar una muerte digna del capitalismo. Debe preparar y organizarse para, a partir de un partido nacido desde sus bases, orientar el funcionamiento de la sociedad hacia el socialismo.