El programa de Lucha Obrera en las elecciones francesas

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Julio-Augusto 2002

El texto que reproducimos a continuación es el programa electoral, la profesion de fe que Arlette Laguiller ha defendido durante la campaña electoral presidencial y que ha obtenido 1 630 000 votos, el 5,72 % del electoradò.

Trabajadoras, trabajadores,

Me dirijo pues una vez más a los electores que pertenecen al mundo laboral, a los obreros, a los empleados, a los trabajadores jubilados, tanto del sector privado como de la Función pública, a los enseñantes, al personal de los hospitales, a los pequeños artesanos y campesinos que no explotan a nadie sino a sí mismos.

Sí, todos vosotros, sois el mundo del trabajo, los sin quienes nada útil se haría, los que producen todas las riquezas del país pero que no cosechan más que la menor parte de éstas. Y hoy día esta reducida parte es una parte insuficiente.

La pobreza va creciendo. El número de personas sin techo aumenta cada año más. En invierno, los "restaurantes del corazón" están siempre llenos.

Por eso sigo estando en el campo de los trabajadores

Hace años que llevo a cabo el mismo combate, que defiendo las mismas ideas. Nunca me he cambiado la chaqueta. Bastante se me lo reprocha entre los "bien-pensantes" y en la prensa de la patronal.

Y si sigo defendiendo estas ideas, es que la situación del mundo laboral sólo ha cambiado para empeorar.

Lo nuevo, hoy día, es el aumento del número de trabajadores tocados por la miseria. En efecto, mientras tanto, han crecido vertiginosamente los beneficios y la fortuna personal de unos millares de privilegiados no ha dejado de aumentar. En el conjunto de la renta del país, la parte de la burguesía ha aumentado.

Son los más ricos los que más se han enriquecido mientras que el número de los más pobres no ha dejado de crecer hasta alcanzar varios millones actualmente. Seis millones de personas viven bajo el umbral oficial de pobreza o sea tienen una renta inerior o igual a 3400 F al mes, 518,32 euros como se dice ahora. Y son nueve millones los que tienen que contentarse con 4200 F o menos, mensualmente, para sobrevivir. Y ahí no me refiero sólo a los parados. Hablo también de gente que trabaja, que es asalariada y, sin embargo, es pobre. Se trata de los que trabajan a tiempo compartido, con horarios que se les impone y se les dice que " lo toma o lo deja ". O se trata de trabajadores que sólo encuentran empleos precarios, que sólo pueden trabajar con intermitencia, según las misiones temporales que se les propone.

Y ¿ cómo atreverse a afirmar que los que ganan el ( SMIC ) salario mínimo interprofesional por ejemplo, o incluso más, llevan una vida feliz y cómoda ?

Esta es la vida que se le ofrece a una inmensa parte de la población trabajadora, en el siglo XXI.

Y esto en uno de los mayores países industrializados del mundo, después de cuatro siglos de capitalismo.

Esto es porqué, como no he cambiado de campo, el de los trabajadores, he de seguir defendiendo, en el fondo, las mismas cosas.

Dentro de unos días, vamos a tener que votar

Mirad los que se presentan en nombre de la derecha o de la izquierda.

Pero ¿ para cambiar qué ? ¿ Disminuir el desempleo, impedir los despidos colectivos ? ¿Mejorar el sistema de salud ? ¿ Mejorar los salarios, las pensiones y los ingresos de los más débiles ?

¡ Bien sabéis que no !

¿ Permitir que se pregonen los beneficios cínicamente ? ¿ Permitir que la patronal juegue al juego de vender, comprar y volver a vender empresas, dejando cada vez trabajadores al borde del camino por donde ruedan los que sacan provecho de estas injusticias ?¡Eso sí que sí !¡ Sea cual sea el electo !

Me dicen que no hago diferencia entre la derecha y la izquierda. Si uno se fija sólo en los detalles, tal vez haya una. Y aún así. La diferencia principal es que no tienen los mismos electores, pero el mismo parecido es que todos llevan a cabo una política al servicio de los poseedores.

En efecto, tratándose de cuanto concierne fundamentalmente el mundo laboral : condiciones de vida, salarios, pensiones, pequeños ingresos ¿En qué difieren ?

A Chirac y Jospin, ya los conocemos !

Chirac es presidente desde hace siete años. Antes fue Primer ministro y antes aún fue alcalde de París. Nos dio tiempo para juzgarlo : es un hombre de la patronal. Incluso cuando habla de " fractura social " o hace otras declaraciones demagógicas, pudimos notar que eran meras palabras para tratar de engañar a las víctimas de esta sociedad y ganar las elecciones.

Enfrente, está Jospin, quien dirige el gobierno desde hace cinco años. Cinco años durante los cuales la condición de los trabajadores no ha dejado de empeorar. Bueno, el proceso ya se había iniciado con la derecha. Pero con Jospin, lejos de mejorarse como era de esperar bajo un gobierno de izquierdas si se tienen ilusiones, la situación social de las clases trabajadoras no ha parado de empeorar todavía más.

Conocimos, bajo este gobierno, una oleada, nunca vista aún, de despidos colectivos, llamados de manera abusiva " planes de reestructuración social ".Fábricas enteras tuvieron que cerrar. Los accionistas que habían cobrado beneficios durante años, incluso decenas de años, se retiraron con su fortuna hecha. O bien invirtieron en otra parte sus capitales. Pero, a los trabajadores que les han enriquecido por su trabajo durante años, no les queda más que los ojos para llorar, sin la perspectiva de poder volver a encontrar trabajo. Y eso va a seguir.

Cuando todo iba muy bien para las empresas, despedían para que les fuera mejor aún y que sus acciones alzaran en Bolsa.

Hoy día, nos anuncian todo lo contrario : la Bolsa baja, las grandes sociedades ven el importe del conjunto de sus acciones lo que llaman su capitalización bursátil desplomarse. En Francia, casí todas las grandes sociedades están tocadas.

Y ¿ a quién el futuro elegido, que sea de derecha o de izquierda, obligará a contribuir a pagar por ese desbaratamiento de la economía capitalista ?

Lo sabéis igual que yo, intentarán hacer que sea el mundo del trabajo el que lo pague.

Entonces, no es esta elección lo que va a resolver nuestros problemas. Claro está, no voy a ser elegida, ni tampoco tengo la menor posibilidad de estar presente en la segunda vuelta. A la inversa de lo que nos dicen, las potencias de dinero, los grandes grupos capitalistas, tienen más peso en las elecciones que los electores.

Y aunque fuera elegida, no podría hacer nada sin el apoyo activo del mundo del trabajo.

O sea que tras las elecciones, de todas formas, tendremos que unirnos. Es necesario que los trabajadores no sólo se unan sino que también se organicen para hacer fuerza sobre la patronal, los hombres políticos, los acontecimientos y así transformar su condición social. Es absolutamente necesario imponer al gobierno y al empresariado unas reivindicaciones vitales para nosotros.

Hacer públicas las contabilidades de las grandes empresas

Es necesario que los trabajadores, los consumidores, la población, puedan conocer la situación financiera exacta de las empresas, cuáles son los verdaderos beneficios, de qué clase son los gastos, de dónde viene el dinero y adónde va. Pues los despidos no se justifican nunca por la verdadera situación de las empresas. Cuando los beneficios alcanzan el 10%, los accionistas exigen el 20%. Y la mejor solución que han encontrado, en vez de aumentar sus ventas bajando sus precios gracias a la baja de sus beneficios, es por lo contrario despedir trabajadores exigiendo a la vez el mismo trabajo. Y todo eso,le afecta a la población entera.

Por ello hay que acabar con el secreto bancario y el secreto comercial.

Hay que prohibir los despidos colectivos y las deslocalizaciones

Sí, hay que prohibir todos los despidos colectivos, todos los planes de reestructuración de las grandes empresas. Y esto so pena de requisa. Dicen que es imposible, pero sólo es imposible si no se quiere afectar los beneficios de la gran patronal. Cuando una empresa despide, los trabajadores están en paro, luego, a menudo, sólo cobran el RMI (RMI : ayuda estatal para la inserción social de personas sin ingresos -NDT). Pero las ganancias siguen.. Y cuando una empresa cierra, como Moulinex y tantas más, los accionistas que han acumulado beneficios durante decenas de años conservan su fortuna. En cambio, a los trabajadores, no les queda nada. A menudo eso acarrea la ruina de una ciudad o una región. Es porque hace falta que las contabilidades de las empresas sean tranparentes. Hace falta poder conocer las verdaderas razones de los despidos o de las delocalizaciones.

Impedir que se deterioren los servicios públicos y acabar con su privatización

Hay que dejar de subvencionar las grandes empresas. Centenares de miles de millares de francos se dedicaron cada año a subvenciones, en teoría para crear o mantener empleos, pero eso sólo sirvió para mantener los beneficios.

Hay que aumentar los impuestos de utilidades y los impuestos sobre la renta de los más ricos en vez de reducirlos, como se hace desde hace años.

El impuesto debe servir a la colectividad, mejorando en prioridad los servicios públicos : hospitales, Educación pública, viviendas populares, medio ambiente urbano, mejora de los medios de comunicación y de intercambio en el campo. Y todo esto directamente, sin enriquecer de paso las grandes empresas.

Para incrementar los beneficios, el empresariado, y en particular el de las grandes empresas, ha ejercido presión sobre los salarios y el gobierno ha ejercido presión sobre las pensiones. La pérdida de poder adquisitivo de unos y otros es considerable. Por ello hace falta controlar las fortunas de los más ricos y las cuentas de las grandes empresas y hacer público este control, y veremos que se puede recuperar el retraso tomado por los salarios. Controlemos también lo que abona el Estado a las empresas y veremos que se puede equilibrar el presupeusto si se ahorra el dinero dilapidado así.

Restablecer el funcionamiento de la seguridad social

Para esto, hay que restablecer las cotizaciones de los empresarios a su nivel superior. Hay que suprimir la CSG (CSG : impuesto general destinado a restablecer el equilibrio financiero de la Seguridad social -NDT) sobre los ingresos más bajos pero aumentarla sobre los ingresos más elevados, incluso sobre los del capital y con una progresividad más fuerte.

Imponer la revocabilidad de los elegidos por los que les eligieron

Ya no se debe permitir que un elegido no cumpla las promesas que hizo antes de ser elegido. Hoy en día un elegido, en particular si desempeña un alto cargo, puede olvidarse de sus compromisos, incluso sacar dinero de las cajas públicas o recibir mamelas sin que la población pueda controlarle e incluso despedirle. Esto no es la democracia.

Hay que suprimir también el escrutinio mayoritario gracias al que una mayoría en el Parlamento puede haber sido elegida sólo por una minoría de electores. Fíjaos en el escrutinio presidencial. La ley impone que no queden más que dos candidatos en la segunda vuelta. Y el que será elegido así, lo será mal ya que habrá recogido a lo sumo el 25% de los votos en la primera vuelta, cuando los electores tienen una posibilidad de escoger relativa pero ampliada.

Además, millones de trabajadores, los trabajadores extranjeros, no tienen el menor derecho democrático. Que sean obreros y entre los más explotados, pequeños tenderos o artesanos muy modestos, pagan igual que los otros cotizaciones sociales e impuestos. Negarles el derecho al voto, significa apartar a una gran proporción de trabajadores de todo escrutinio. Lo que aumenta relativamente el número de electores de la burguesía y favorece la elección de representantes del empresariado. Además, nadie le impide a un capitalista extranjero comprarse cadenas de televisión o periódicos importantes que le dan mucho más poder sobre los hombres políticos que una papeleta de voto.

Desde luego, vuestro voto no hará que se realice automáticamente este programa.

Pero al pronunciaros, con este voto, por este programa, diréis a la faz del país que forrma parte de vuestras exigencias.

Cuantos más seréis en hacerlo, más fuertes nos sentiremos frente a los empresarios y los políticos a su servicio. Y cuanto más fuertes nos sentiremos, tanto más capaces seremos de unirnos para resistir, hasta para imponer estas reivindicaciones al empresariado y al Estado.

Se pretende que, según los sondeos, voy a obtener más votos que Robert Hue, el candidato del Partido Comunista.

Mi propósito no es quitarle votos al PCF, mi propósito es defender el programa que éste ha abandonado. Mi propósito es defender verdaderamente el campo que es el mío, el campo de los trabajadores.

Pero si los sondeos que me conceden un porcentaje importante resultaran exactos, se plantearía entonces la cuestión de volver a crear un Partido Comunista que defienda realmente, política y materiamente, el campo de los trabajadores.

Un partido que no traicione sus intereses a cambio de unos sillones ministeriales. Un partido que organice y unifique sus luchas para, por fin, cambiar la relación de fuerzas entre los trabajadores por un lado, y el empresariado y el Estado por otra. Esto no podré hacerlo sin vosotros. Antes, tenéis que expresaros sobre esto con su voto.

Pero, además de votar, hará falta que unos cuantos de nosotros den un poco de su tiempo para encontrarse, reunirse, organizarse. Pero esto es mucho menos difícil que sufrir los sacrificios que nos van a imponer, si nos dejamos manejar, el empresariado y el que será elegido, sea quien sea.

En efecto, si no hacemos este esfuerzo, los ataques contra nosotros seguirán y se amplificarán. Nos dirán que las empresas pierden dinero, y que a nosotros nos toca llevar el gasto cuando no fuimos los que se aprovecharon de los beneficios.

Por todo ello me presento a vuestros votos.

Entonces, el 21 de Abril, votad por vosotros mismos, votad por el mundo del trabajo, votad Arlette Laguiller