La extrema izquierda en las elecciones francesas

打印
Julio-Augusto 2002

Tras las elecciones presidenciales y legislativas en Francia, la derecha después de la elección de Chirac con el 82% de los sufragios, ha obtenido la mayoría absoluta en la Cámara de los Diputados. Las elecciones legislativas se han desarrollado en un contexto particularmente desfavorable para la extrema izquierda y la extrema izquierda comunista (Lucha Obrera) en particular.

La presencia de Le Pen en la segunda vuelta y la campaña por el voto Chirac en las presidenciales, el cansancio y la falta de esperanza han contribuido probablemente a que una gran parte del electorado popular, que había castigado a la izquierda en la primera vuelta de las presidenciales, se haya abstenido en las elecciones legislativas. La abstención, en efecto, ha alcanzado el 35,62% , es decir, el mayor porcentaje habido en Francia en una elección legislativa ¡desde 1870!.

Y entre aquellos que han votado, el chantaje al "freno anti-FN", ha jugado a favor de la derecha contra la izquierda y a favor de la izquierda burguesa, contra la extrema izquierda. Hay un deslizamiento a la derecha y también al dominio de cada campo por cada uno de los partidos hegemónicos: el UMP (Unión para la mayoría presidencial) en la derecha y el Partido Socialista a la izquierda.

Lucha Obrera en este contexto, ha obtenido el 1,20% de los votos a escala de todo el país; la LCR un 1,27%. Estos son resultados muy débiles que no confirman los votos de la primera vuelta de las elecciones presidenciales. Pero esto no debe ocultar la primera vuelta del 21 de abril. Durante esta primera vuelta los resultados de la extrema izquierda no han sido despreciables. Arlette Laguiller ha recogido 1.630.000 votos, es decir, 5,72% de los sufragios. Una cifra al mismo nivel que en 1995 (1.615.552 votos 5,30%).

Esta vez, contrariamente a 1995, cada una de las tres tendencias surgidas de la corriente trotskista ha presentado un candidato. Daniel Gluckstein, del Partido de los Trabajadores, obtuvo 132.686 votos, o sea, el 0,47%. Olivier Besancenot, representante de la Liga Comunista Revolucionaria, obtuvo el resultado, sin precedente para esta organización, de 1. 210. 562 votos, o sea, el 4,25%.

La prensa se ha afanado en sumar estos votos para constatar que con 2. 973. 383 votos y un 10, 44% del sufragio expresado, la extrema izquierda ha abierto una brecha electoral sin precedentes. Aún más destacable porque al mismo tiempo el escrutinio del PC ha caído a un 3,37%. Y de exagerar sobre el tema de la extrema izquierda se ha pasado a hablar de un Partido Comunista moribundo.

El sensacionalismo periodístico, sin embargo, no tiene gran cosa que ver con la realidad política. La capacidad militante de un partido no se mide, o en todo caso no sólo se mide, por su reflejo electoral. La extrema izquierda hoy, aún con todas sus fuerzas unidas, está muy lejos de disponer del mismo número de militantes que tiene el PC y de su presencia en el terreno a escala del conjunto del país. La capacidad militante del PC es cierto que está en fuerte regresión desde hace bastantes años. ¿Cómo tener ánimo de militar en su entorno, en las clases populares, si se trata de convencer a los demás de la política de un gobierno que multiplica los golpes contra los trabajadores?. ¿Cómo tener el coraje de militar para justificar una política injustificable?. La dirección del PC utiliza desde hace mucho tiempo a sus militantes para defender en el seno de las clases populares una política anti-popular y dentro de las empresas una política antiobrera.

La extrema izquierda, incluso si ninguno de sus componentes ha participado en la mayoría gubernamental y no ha sufrido el oprobio que esta política arroja sobre el PS y PC, sin embargo no ha ganado el crédito que PS y PC han perdido, y aún menos un número suficiente de militantes para estar presente por todas las empresas, en los barrios.Por demás, el vocablo "extrema izquierda" o la misma referencia al trotskismo, que por otra parte se etiquetaba bajo diferentes formas tanto en la LCR como en el PT, disimula más que esclarece políticas diferentes.

Las respectivas campañas de Arlette Laguiller y Olivier Besancenot han podido aparecer próximas y a tenerlas en consideración, pero no eran iguales. Ella no se dirigía a los mismos y no eran percibidas como idénticas por aquellos a quiénes se dirigían (tampoco a los periodistas o al personal político de la izquierda gubernamental). Ha habido, sin duda, electores que han dudado entre Olivier Besancenot y Arlette Laguiller, pero el día de la elección han tenido que elegir. Y aquellos que han votado Besancenot lo han elegido como han elegido a Arlette Laguiller aquellos que han votado por ella. Por no hablar más que de estas dos candidaturas que han dibujado dos corrientes políticas distintas, correspondientes en realidad a dos concepciones políticas muy diferentes sobre la manera de concebir el renacimiento de la corriente comunista revolucionaria.

Y la diferencia que podía pasar como imperceptible para una parte de los electores de extrema izquierda se ha convertido en perceptible después de la primera vuelta. Lucha Obrera ha elegido desde el principio rechazar el conjunto de mentiras destinadas a justificar el alineamiento vergonzoso con Chirac, para llamar a votar en blanco en este escrutinio plebiscitario.

La LCR, por el contrario, se ha añadido a la unión sagrada alrededor de Chirac. Ella que, para la primera vez en la historia había decidido, en la segunda vuelta, no llamar formalmente a votar por Jospin en el caso que se quedara frente a Chirac, ha llamado a "barrer el camino a Le Pen en las urnas" , es decir, votar por Chirac, evitando pronunciar su nombre. Más que una elección política, es la expresión de un oportunismo profundo, una propensión irresistible a adaptarse al medio, la incapacidad de estar a contracorriente para ser fieles a sus ideas y a la política necesaria. La LCR habla voluntariamente del "sectarismo" de LO. Recordemos que la expresión se ha utilizado por así decir, sistemáticamente, en la boca del candidato de la LCR o en aquellos principales dirigentes de esta organización a lo largo de la campaña electoral. Hay que destacar, de pasada, que incluso si la palabra sectarismo tiene una significación política precisa en el vocabulario marxista, significación que no tiene nada que ver con la palabra "secta", repetida contra nosotros por los dirigentes del partido socialista también por los del partido comunista y gustosamente retomada por los medias, la LCR ha aportado su pequeña piedra al muro de las calumnias dónde nos quieren encerrar. Por otra parte este aspecto de las cosas, en el vocabulario de la LCR, esta palabra siempre ha significado la antítesis de su propia actitud consistente en desplegar sus velas en función de la dirección dónde sopla el viento.

La fidelidad a las ideas y a una política y la capacidad de enfrentar a la opinión para defenderse son para la LCR sectarismo. De este sectarismo nosotros podríamos ser fieles, pero se trata simplemente de honestidad política cara a los trabajadores. El hecho es que, en un situación dónde una organización revolucionaria debía decir la verdad a las clases populares y resistirse a la campaña de mentiras de los dirigentes de la izquierda ex_plural, la LCR se ha alineado con ellos aportando para la ocasión su minúscula garantía a los votos por Chirac.

Y en el fondo ahí reside nuestra divergencia fundamental con, no únicamente la LCR, sino con toda la corriente salida del movimiento trotskista, pues la LCR es su encarnación hoy. Para reconstruir un partido revolucionario en este país, hace falta ser capaz de ir a contracorriente, resistirse a las presiones venidas de otras clases sociales, para defender en todas circunstancias una política necesaria a la clase obrera, incluso si es momentáneamente impopular. Es este oportunismo, esta propensión a buscar el camino fácil, les ha conducido a las modas, "a lo que gusta" como por ejemplo el falso anticapitalismo, antimundialismo, etc- que nosotros no hemos querido avalar en la elección presidencial tampoco en la legislativas.