Nagorno – Karabaj: los avatares de los derechos de los pueblos

چاپ
Noviembre de 2020

La segunda tregua en la guerra de Nagorno-Karabaj ha sido tan poco respetada como la del 10 de octubre. Y por las mismas razones, en este conflicto que dura más de treinta años entre dos países del Cáucaso, Azerbaiyán y Armenia.

Los líderes de Azerbaiyán no quieren separarse de esta región armenia, que dependía de ellos en los días de la Unión Soviética. Esta vez se sienten lo suficientemente fuertes como para recuperar el control . En cualquier caso, esto es lo que defiende el clan del presidente Aliyev a favor de su población, esperando que el ruido de las armas les haga olvidar el agravamiento de su situación debido a la crisis. En esto, Aliyev Ilham es el digno hijo de Aliyev Heydar, exjefe de la KGB (policía política), del entonces llamado Partido Comunista de Azerbaiyán bajo Brezhnev y Gorbachov, quien exharcerbó , a finales de la década de 1980, la fibra del Nacionalismo azerí, al querer “desarmenizar” Nagorno-Karabaj. Él provocó pogroms contra los armenios de Azerbaiyán, con el objetivo de asegurar su control sobre “su” república.

En cuanto a los líderes turcos, Erdogan a la cabeza, que apoyan a Azerbaiyán con sus tanques, drones, soldados y mercenarios, también necesitan el ruido de las armas, fuera, para consolidar su debilitada situación, dentro.

Enfrente, los líderes mafiosos de Nagorno-Karabaj lograron imponer tan bien sus intereses y sus hombres en la cúspide de la “hermana” república de Armenia que se han garantizado su apoyo, y especialmente las armas que compra a Rusia. a la República Checa y Francia. Entre otros países.

Ante esta guerra interminable, muchos comentaristas dicen que sus raíces se encuentran en la decisión, en los días de la URSS, de hacer que esta región armenia fuera parte de una república de habla turca. Como suele ocurrir, el anticomunismo apenas velado se suma a la ignorancia de los hechos, fácilmente verificables.

Inmediatamente después de octubre de 1917, Nagorno-Karabaj se convirtió en parte de una República Democrática de Transcaucasia, el Cáucaso del Sur que el zarismo había conquistado en el siglo XIX. Este estado incluía a Georgia, Armenia y Azerbaiyán. Hostil al bolchevismo, se situó bajo la protección militar de Alemania y su aliado turco y, después de la guerra mundial, de Gran Bretaña y luego de Francia.
Bajo su protección, Nagorno-Karabaj tenía derecho a un gobernador azerí y, a partir de 1919, se produjeron masacres de armenios. En marzo de 1920, los armenios fueron masacrados en Shushi (Nagorno-Karabaj), lo que provocó una intervención militar armenia. Ese mismo año, por el Tratado de Sèvres, los imperialismos francés e inglés desmembraron el Imperio Otomano. Dividiendo y reinando, trazaron fronteras lacerantes a los pueblos, creando situaciones insoportables y matanzas por venir.

A pesar de ello, y también por eso mismo, el poder de los soviéticos se estableció en Azerbaiyán y Armenia en 1920, y posteriormente , a principios de 1921, en Georgia. Tomando lo que había sido la forma de organización de la región después de 1917, los bolcheviques rusos y locales decidieron formar la República Soviética de Transcaucasia que federara Armenia, Georgia y Azerbaiyán, incluida Nagorno-Karabaj.

En este Cáucaso, cuyos pueblos habían compartido un mismo territorio durante siglos, significaba ofrecerles un entorno de vida a la vez unificado, democrático y flexible, con delimitaciones administrativas que no levantaban fronteras y sin que ninguna nación tuviera derechos superiores a las otras.

Ciertamente, no se borraba , ¿y quién podría hacerlo? – El enorme peso de todo un pasado pleno de masacres y conflictos seculares. Y tampoco podía resolver todos los problemas nacionales, especialmente en el contexto de un solo país, enorme y atrasado, devastado por la guerra mundial y luego la guerra civil.

Lenin, Trotsky y sus camaradas sabían que, para que los pueblos de la URSS vivieran, todos y unidos, una existencia nacional armoniosa, el nivel general de la sociedad tenía que dar un salto gigantesco en los planos cultural, humano y económico. . Para eso, habría sido necesario la contribución de fuerzas externas y que la revolución triunfase en los países capitalistas avanzados. No fue así.

La URSS permaneció aislada y una burocracia contrarrevolucionaria tomó el poder allí, aplastando todo bajo sus botas. En 1936, cuando se preparaba para liquidar el Partido Bolchevique en los juicios de Moscú, Stalin liquidó la Federación Transcaucásica, dividiéndola en tres repúblicas. Y, durante la Segunda Guerra Mundial, llegó a deportar a algunos pueblos (chechenos, tártaros de Crimea, etc.).

A pesar de estos horrores y de otros muchos, al menos un centenar de grupos étnicos pudieron convivir pacíficamente en la URSS durante setenta años. Y, con el debido respeto a algunos, el regreso de pogroms y masacres de poblaciones no le debe nada a la URSS, sino a su dislocación en estados rivales. Algunos países llamados democráticos, como Francia, que arman a las bandas de bandidos que gobiernan la ex URSS, también tienen su parte de responsabilidad.

Traducido de Lutte Ouvrière